«Un pueblo que no fomenta su arte si no está muerto, está moribundo».
Federico García Lorca
En enero de 1939, ante la avanzada del ejército franquista que ganaba terreno muy cerca de Barcelona, Antonio Machado, poeta, decidió huir a Francia junto con su madre. Machado murió en febrero, tres días antes que su compañera de viaje. Casi tres años después, Miguel Hernández, otro artista de las letras, murió en las mazmorras que el fascista de «Cara al Sol», Francisco Franco, había instalado como última morada de quienes se atrevían a escribir ideas republicanas y a favor de la vida. Lo mismo sucedió con Federico García Lorca, el poeta, el dramaturgo, que apenas dos años después de la asolada nacionalista, fue asesinado en un paredón por balas de la Guardia Civil, órgano de represión tan fascista como el «caudillo».
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No cabe duda que algo del fascismo, sólo que más encubierto pero con la misma intención de callar voces, sucede actualmente contra las artes.
El sistema no nos permite pensar y, expresarnos a través de la creación artística, es un reto mayor. No por ello resulta tan difícil llegar a un libro, por ejemplo.
Guatemala, un país que en más de cien años no ha tenido una guerra con algún bando fuera de sus fronteras, cuenta con un Ministerio de Defensa que acapara todo el dinero que debería estar en las cajas del Ministerio de Cultura y Deportes. Si comparamos los rubros que fueron asignados a ambas carteras en el Presupuesto General de Egresos e Ingresos para el año 2010, podemos darnos cuenta cómo el Estado, con nuestros impuestos, le otorga más plata a la maquinaria de la muerte que al fomento de las artes.
El ministerio de la Defensa Nacional cuenta con casi 137 mil millones de quetzales, de los cuales, un poco más de 197 millones de quetzales está destinado a la educación militar, distribuido entre la Escuela Militar de Aviación, el Instituto Adolfo V. Hall, el Comando de Educación Superior, la Escuela Técnica Militar de Aviación, la Escuela de Informática, la Escuela Militar de Auxiliares de Enfermería, la Escuela de Música y la Escuela de Transmisiones Militares.
Mientras tanto, el Ministerio de Cultura y Deportes, cuenta con un presupuesto de casi 314 millones de quetzales, de los cuales un poco más de 150 millones están destinados específicamente a la cultura, y a la Dirección General de las Artes, que aglutina, entre otras instituciones, a las Escuelas Nacionales de Arte Dramático, Danza y Artes Plásticas, así como al Conservatorio de Música, al Ballet Guatemala y a la Marimba de Concierto de Bellas Artes, 41 millones de quetzales. Varias de estas instituciones no tienen sede propia y el presupuesto asignado va cada año en disminución.
Fue por esa causa que catedráticos, estudiantes e integrantes de las dependencias de la Dirección General de las Artes salieron el jueves pasado para exigir al Gobierno central una asignación presupuestaria acorde a sus necesidades, como un presupuesto específico y autónomo para las distintas escuelas de arte, y la continuidad de pago de honorarios a maestros, maestras y artistas.
Es urgente que desde el Estado se conciba al arte como una opción de vida para las personas que tengan talento para desarrollarlo. No queremos violencia, por lo que es necesario apoyar a quienes con la actuación, la danza, la pintura y la escultura -entre otras disciplinas-, construyen la vida.
En otros tiempos, como durante el franquismo en España, la expresión artística fue fuertemente reprimida. La construcción de una verdadera democracia también pasa por el reconocimiento, el apoyo y el impulso de los talentos.