Hay instituciones gubernamentales extranjeras e instituciones internacionales que, con insospechables o insospechadas finalidades, financian a algunos de los ambientalistas que, en nuestro país, se oponen a actividades económicas que presuntamente causan un daño ambiental. Son ambientalistas que, para preservar y hasta incrementar ese financiamiento, incondicionalmente se oponen, por ejemplo, a la construcción de grandes plantas hidroeléctricas, o a la extracción industrial de minerales, o a la producción de petróleo.
Esos ambientalistas intentan simular que un profundo amor por la naturaleza, o un noble ímpetu conservacionista, o una sublime pasión ecologista, los anima a emprender un combate heroico para proteger el ambiente. Empero, realmente emprenden un lucrativo negocio; y parte esencial del negocio es oponerse a aquellas actividades económicas que atraen el financiamiento de patrocinadores extranjeros o internacionales. Las actividades que no atraen ese financiamiento, son despreciadas, aunque la naturaleza sufra un espantoso deterioro, o los recursos naturales sean destruidos, o los sistemas ecológicos sufran una devastadora perturbación. He discurrido «in abstracto». Séame permitido discurrir ahora «in concreto». El Ministerio de Cooperación para el Desarrollo, del Gobierno de Holanda, le donó 13.5 millones de quetzales al Centro de Acción Legal, Ambiental y Social de Guatemala, CALAS, para ejecutar una actividad denominada «Cooperación Interinstitucional en la Lucha Contra la Impunidad Ambiental». El convenio de donación está vigente desde el mes de mayo del año 2005. ¿Cuánto, de los 13.5 millones de quetzales, ha sido ya otorgado a CALAS? ¿Y cuáles son los actos de lucha contra la «impunidad ambiental» que han sido financiados con ese dinero? ¿Y qué proporción del dinero ha sido asignado para pagar servicios de fundadores, miembros directivos o abogados, de CALAS? ¿Y qué proporción del dinero ha sido destinado a combatir la industria hidroeléctrica, minera o petrolera? No son preguntas que tenga que responder el Ministerio de Cooperación para el Desarrollo, del Gobierno de Holanda; o que tenga que responder CALAS. Empero, aunque esas preguntas no tengan que ser respondidas, nada impide que puedan ser planteadas. Y las planteamos aquellos ciudadanos que tenemos interés en delatar el mercenario obrar mercantil de quienes hipócritamente reclaman pureza ambientalista. CALAS se esfuerza ahora por impugnar judicialmente la prórroga del contrato de producción de petróleo en el campo Xan, en Petén. Es el contrato petrolero más importante que ha celebrado el Estado de Guatemala. Conjeturo que la prórroga le ha brindado, a CALAS, en general, una preciosa oportunidad de actuar para complacer a sus patrocinadores financieros extranjeros o internacionales. En particular, le ha brindado la oportunidad de demostrarle al Ministerio de Cooperación para el Desarrollo, del Gobierno de Holanda, que está aprovechando con suma diligencia los 13.5 millones de quetzales que ese ministerio le ha donado. Es una demostración muy oportuna, porque la vigencia del convenio de donación terminará en diciembre del presente año; y entonces hay que propiciar una nueva y hasta incrementada donación holandesa, y también hay que atraer nuevos patrocinadores financieros. Post scriptum. Algunos ambientalistas no están allí, en donde el ambiente llora, sino están allá, en donde el dinero ríe, aunque el ambiente llore.