La financiación de la guerra en Irak será probablemente objeto de un nuevo forcejeo a partir del lunes entre el presidente estadounidense, George W. Bush, y el Congreso de mayoría demócrata, deseoso de limitar el campo de acción de las tropas en ese país del Golfo.
Bush, cuya popularidad bate récords negativos en los sondeos, se enfrenta a un Congreso donde sus adversarios demócratas, mayoritarios desde enero pasado, oponen resistencia a su nuevo plan para Irak, que prevé el envío de 21.500 soldados adicionales.
A principios de febrero el Presidente pidió al Congreso 235 mil millones dólares para la financiación de las operaciones militares en Irak y en Afganistán durante los dos próximos años.
Los demócratas más radicales son partidarios de cortar de raíz los fondos pero su estado mayor se niega en rotundo por miedo a que la opinión pública estadounidense los acuse de privar a los soldados de aquello que necesiten.
Por su parte los republicanos acusan a sus contrincantes de querer «desangrar» al Ejército y la Casa Blanca ha advertido que Bush plantará cara al Congreso si no otorga a las tropas el dinero necesario.
Pese a haber fracasado hace una semana en su petición de abordar en el Senado la gestión de la guerra en Irak, los demócratas siguen reclamando una retirada de ese país.
Personalidades influyentes del Partido Demócrata expresaron su satisfacción el miércoles por la decisión del primer ministro británico, Tony Blair, de comenzar la retirada parcial de sus tropas de Irak.
El jefe de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, estimó que Blair «se había hecho consciente de una realidad» que Bush se seguía negando «obstinadamente» a aceptar.
El presidente estadounidense recibió a mediados de febrero una fuerte bofetada política cuando la Cámara de Representantes adoptó una resolución que se opone a su estrategia.
Los demócratas podrían intentar revocar la resolución votada en 2002 por el Congreso, que autorizaba a Bush a declarar la guerra a Irak, afirmó el viernes una fuente parlamentaria que pidió el anonimato.
Esta medida, cuyo objetivo sería restringir el campo de acción de las tropas estadounidenses, podría ser introducida en el Senado desde principios de la próxima semana.
Se trataría de circunscribir la misión de los soldados a la lucha antiterrorista, la protección de las fronteras y el entrenamiento de las tropas iraquíes.
Según el diario en línea Polico.com, este proyecto podría exigir la retirada de las tropas antes de marzo de 2008, de acuerdo con las recomendaciones del informe del grupo copresidido por el ex secretario de Estado James Baker y hecho público en 2006.
El viernes la Casa Blanca advirtió que se opondría a una reducción o abrogación por parte del Congreso de los poderes concedidos al Presidente para operaciones bélicas en Irak.
Un portavoz de la administración Bush, Tony Fratto, blandió la amenaza del «caos» si los soldados se vieran obligados a retirarse de Bagdad.
El éxito de los esfuerzos de los demócratas contra Bush depende, en cierta medida, de su senador Joseph Lieberman, favorable a la nueva estrategia de Bush.
Lieberman ha dado entender que podría poner fin a su solidaridad con los demócratas si éstos se opusieran a la financiación de las operaciones militares en Irak.