A imagen y semejanza.


Carlos Eggenberger U., Céd. A-1 248787

Crecí­ inculcado con la aseveración que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, pero con los años cada vez más me convenzo que esa creencia desmerece totalmente al Creador. ¿Cómo imaginar que seres que podemos ser tan crueles, tan llenos de prejuicios, especialmente en su nombre, que estamos tan llenos de debilidades y defectos, podemos parecernos a él o ella? No lo creo, incluso se me dificulta pensar en el libre albedrí­o después que naciendo con el disco duro limpio, se nos llena de ideas, afirmaciones, creencias, axiomas, etc., muy variables y particulares según el lugar donde hayamos nacido. Así­ vemos que según la religión que nos hayan inculcado o que hayamos, maravilla, elegido, casi todos aseguramos que es la única verdadera, y que los que no están por nuestra ví­a, seguramente van a ir derechito con el cachudo. Y criticamos el fanatismo de algunos, ejemplo musulmanes, olvidándonos que hace pocos siglos los cristianos también masacraron a los infieles. Por eso cada vez más, creyendo y agradeciendo a Dios todas sus bendiciones, sigo la filosofí­a budista que afirma que nada es real, que todo es producto del color de los lentes que cargamos.