¿Pero dónde está todo el petróleo?


Con la fuga de petróleo del Golfo de México bajo control, la atención del problema se desplaza hacia la limpieza de la superficie marina y la pregunta que está en labios de todos es: ¿a dónde se fue todo el petróleo que se derramó durante tres meses?


Durante tres largos meses una amplia marea negra amenazó las costas de Luisiana y de otros estados del sur de Estados Unidos, mientras BP recurrió a todos los métodos posibles para detener el escape contaminante.

Un tapón detuvo el flujo el 15 de julio tras el derrame de entre 2,8 y 4,5 millones de barriles en el Golfo. Apenas la cuarta parte de esa cantidad fue capturada por BP en buques contenedores y otros sistemas de acopio.

Pero gracias a los frenéticos esfuerzos para recoger y quemar el crudo en la superficie –se recuperaron alrededor de 132 millones de litros de una mezcla de petróleo y agua y se realizaron 411 quemas– la verdadera dificultad ahora es encontrar rastros de petróleo para limpiar.

Decenas de aviones de reconocimiento salen constantemente de Florida y Texas para ubicar manchas de petróleo, al tiempo que botes de fondo plano buscan en los pantanos los restos más grandes de la marea, que tienen dificultades para biodegradarse.

«Lo que tenemos son cientos de miles de manchas de petróleo y el desafí­o consiste en descubrir dónde se hallan precisamente ahora, porque se han dispersado en una gran superficie», afirmó el responsable de la operación para detener la marea del gobierno de Estados Unidos, Thad Allen.

Allen aseguró que «tal vez sea inexacto de mi parte denominarlas manchas. Lo que estamos viendo son alfombrillas, unidades con volumen, pequeñas concentraciones, muy difí­ciles de detectar».

«Lo que intentamos descubrir es dónde está todo el petróleo y qué podemos hacer al respecto», agregó.

Las cifras hablan por sí­ mismas. Antes de colocarse el embudo para tapar la fuga del pozo averiado se recogí­an alrededor de 25.000 barriles diarios de crudo de una densa y concentrada marea negra, cerca de la zona del pozo.

Cuando llegó la tormenta tropical Bonnie la semana pasada, la recuperación disminuyó a unos insignificantes 56 barriles diarios, suscitando la pregunta de qué hacer con los 800 buques recolectores, muchos de ellos conducidos por pescadores enfadados.

Respecto de dónde fue a parar el petróleo que no fue recogido o quemado, las opiniones varí­an: algunos expertos dicen que los microbios y otros elementos del océano lo descompusieron naturalmente, mientras que otros temen que pueda estar depositándose sin ser detectado en las profundidades del Golfo.

Apenas unas semanas atrás, la marea negra era una fuerza indetenible que no podí­a ser mantenida a distancia de las costas y que lentamente asfixiaba a los indefensos pelí­canos. Ahora el crudo es un enemigo escurridizo, que debe ser localizado.

El último boletí­n de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA por sus siglas en inglés) sobre la marea identifica únicamente siete manchas de petróleo de cierta consideración que flotan en la superficie marina.

La etapa que sigue consistirá sobre todo en un minucioso trabajo de evaluación de los daños causados por el petróleo en las riberas. Alrededor de 1.027 km de costas fueron contaminados por el crudo.

La limpieza de las playas demandará esfuerzos mí­nimos, pero la eliminación del crudo de los humedales supondrá grandes quebraderos de cabeza para las autoridades.

El geólogo Ed Owens, contratado por BP para ayudar a organizar la protección de las costas, rechaza cualquier alarmismo. El lunes estimó que los humedales, que albergan una variada fauna, se recuperarán en algunos meses, ya que sólo penetró en ellos un «escaso volumen» de petróleo.