El Hombre Mediocre, de José Ingenieros, médico y filósofo argentino, es más que un libro, es un manual de ética que ha trascendido a través de los años. Ingenieros describe en su obra como hombre mediocre, a un personaje moldeado por una extraña mezcla, un hombre carente de individualidad que me recuerda al presidente ílvaro Colom.
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Tras un tercer intento por llegar al poder, ílvaro Colom Caballeros fue electo Presidente de la República en noviembre del 2007. Una figura política ubicada en la medianía, forjó su carrera a partir de una historia familiar sin tener la trayectoria de un verdadero líder. Sabíamos de él, que se trataba de un burócrata en ascenso, que había pasado sin pena ni gloria por tres gobiernos sucesivos. Poseía sin embargo, una cualidad a su favor, haber cultivado la imagen de un hombre bien intencionado. Su trayectoria como candidato de la izquierda más añeja, nos hizo creer a muchos que podría encauzar la solución de los problemas ancestrales de Guatemala: el hambre, la enfermedad y la ignorancia, el sello de un país sin ley sumido en la violencia.
ílvaro Colom, escogió como compañero de fórmula a Rafael Espada, una persona que no le haría sombra, al mismo tiempo se cuidó de no dar a conocer las ambiciones políticas de su esposa, quien desde entonces planeaba sustituir en sus funciones al Vicepresidente. Así las cosas, en el año 2008. pasó el momento de las ofertas de campaña y llegaron las mieles del poder, los instrumentos del Estado y los dineros del erario nacional estuvieron al alcance de la pareja presidencial.
De la noche a la mañana la señora Sandra Torres, mediante maniobras colindantes con la malversación y absolutamente, fuera de la ley, pasó a manejar miles de millones de quetzales asignados a varios ministerios de Estado dentro de lo que se llamó Cohesión Social, una plataforma política dirigida a comprar voluntades entre los pobres y los necesitados. La piñata del Estado se concentró a través de Cohesión Social en una campaña proselitista personal para la señora Sandra Torres, ante la mirada permisiva del Presidente Colom.
Mientras tanto, en los dos años y medio transcurridos, la ola de inseguridad y violencia continuó imparable: asesinatos, secuestros y crímenes sin nombre, asfixiando a la ciudadanía. Después de un período agónico los hospitales del Estado a punto de cerrar y los servicios públicos pasando por el peor momento de su historia. Las infortunadas declaraciones del Presidente llenan los diarios como un continuo sainete, lo más reciente fue publicado hace apenas unos días en el diario LA HORA cuando declaró refiriéndose a los asesinatos de pilotos y usuarios del transporte público, recomendando paciencia… aguantarse… y tener cuidado.
Principié señalando que estamos en manos de un Gobierno de mediocres, encabezado por uno de ellos y termino recordando las palabras de José Ingenieros: «La mediocridad es moralmente peligrosa y su conjunto es nocivo en ciertos momentos de la historia. í‰pocas hay en que el ambiente tornase refractario a todo afán de perfección, los ideales se agostan y la dignidad se ausenta, los hombres acomodaticios tienen su primavera florida. Los Estados conviértense en mediocracias, la falta de aspiraciones que mantengan alto el nivel de moral ahonda la ciénaga constantemente.»
Ante males de esta magnitud, es preciso recordar el artículo de la Carta Magna que dice:
«Es legítima la resistencia del pueblo para defender los derechos y garantías consignados en la Constitución». La Carta Magna no define en qué forma deberá hacerse efectiva esa resistencia, lo deja abierto al momento y las circunstancias.
Durante los años más duros del Gobierno abusivo de Manuel Estrada Cabrera, Monseñor Piñol y Batres un opositor e insigne guatemalteco, pronunció en su homilía una frase que habla de las obligaciones cívicas: «El patriotismo es una virtud natural y un deber cristiano, la naturaleza lo ha impreso en el corazón humano, la gracia de Dios lo ha perfeccionado hasta hacer de él una de las figuras amables de la caridad.»