Extorsión


Una nota garrapateada e ilegible, un mensaje al celular, una llamada desde un teléfono público o desde un anónimo tarjetero, cualquiera de estos medios, según sea el mensaje, puede cambiar la vida de una familia hoy en Guatemala. Cada dí­a el circulo de la violencia parece cerrarse más a nuestro alrededor, los lejanos hechos de violencia del pasado, perdidos en las montañas de Ixcán o en la selva de Petén, parecen haber acortado distancias y se mueven por calles y avenidas de la Ciudad.

Juan Antonio Mazariegos G.

La violencia no parece limitar sus formas de expresión: asesinatos, robos, secuestros y otros, aparecen como actos consumados que afectan a determinadas personas y crean un efecto público de zozobra, sin embargo, hay una peculiar forma de violencia que no se consuma, que solo con mencionarla causa sus efectos, La Extorsión. Sin lugar a dudas un mecanismo de violencia exento de riesgos para quienes la ocasionan y de difí­cil ubicación para quienes la persiguen, la extorsión se constituye en el mejor medio de lucrar con el temor de las personas, juega con nuestra natural aversión al riesgo y amenaza a nuestro entorno más cercano y querido, nuestra familia. Tratar de contener la extorsión y a los extorsionadores no es posible si no se parte de un análisis de los sujetos involucrados en la misma: a) Un sujeto pasivo, El Extorsionado a quien ubican, escogen o quien simplemente, para su mala fortuna, se cruza en el camino de los delincuentes, quien no tiene la capacidad económica para protegerse, fortaleza para enfrentar la incertidumbre de la amenaza o quien simplemente ha perdido la fe en la posibilidad de acudir a las autoridades, seguro de que su caso no será escuchado o atendido; b) Un sujeto activo, El Extorsionador, medianamente listo, pobre en principios, poco valeroso para tomar un riesgo alto, amante de pescar con trasmallo, lanzando cien amenazas para que alguna o algunas pesquen un incauto que caiga en sus redes y se convierta en su benefactor; y por último, c) Un sujeto colectivo, La Sociedad, volcada a atender sus intereses personales, tranquila, siempre y cuando el mal le toque a otro y no a uno, ajeno al problema… hasta que el problema no llegue a su puerta. En esa interrelación de personajes, la extorsión, sin lugar a dudas se consumará, hará cautivo al pasivo, rico al activo y un poco más pequeño al colectivo. Toca pues pensar en aquellas acciones a tomar, actitudes a inculcar y cambios en nuestra forma de pensar: a) Para el sujeto pasivo, comprender que el principio de todo extorsionador o delincuente es el amor al dinero fácil, si le gustara sudar para comer trabajarí­a, no se deje intimidar, el principio colectivo del rechazo a la extorsión empieza por la suma de todos los valientes que no se dejan intimidar, denuncie, acuda a las autoridades, es un derecho para Usted y una obligación para ellos, no puede decir que no funcionará hasta que no lo haya intentado; b) Para el sujeto activo, recuerde que lo que siembra cosechará, no está creando nada más que un mundo un poco más podrido, y tarde o temprano le pasará factura, porque será apresado, porque de victimario pasará a ser ví­ctima o por que en la ley de la selva, siempre termina uno en los dientes del otro; y por último c) Para el sujeto colectivo, podemos ser la suma de todos los miedos, la suma de todos los valores o la suma de todos los cambios, en nosotros está el saber que de no hacer algo, eso sí­, seguramente seremos el número siguiente de una estadí­stica de extorsionados.