LA CICIG


«La CICIG como entidad internacional gana prestigio entre «los buenos», no así­ tocante a «los malos», infaltables unos y otros. En el mundo las diferencias seguirán mostrando su marcado rostro, ajeno sin vacilaciones, no digamos al sector identificado como anillo al dedo, como poderes fácticos, que mantienen influencia temeraria, pero evidente.»

Byron Quezada

Estoy citando estas palabras suyas porque  son extremadamente sabias. la CICIG es, en sí­,  la única arma contra el mal,  que en Guatemala tienen los buenos.  Los malos la desprestigian abiertamente,  no lo esconden. La cultura  polí­tica corrupta  y el deseo de la autodestrucción  es evidente.  Crece  cuando  se dan cuenta que no son los únicos que pueden gobernar, bueno  dirí­a yo,  mal gobernar,   porque todos  están  desamorados por la patria. La CICIG es algo que debemos luchar porque se convierta en algo permanente.   Con elementos  extranjeros  a la cabeza,  mientras o hasta que al guatemalteco le nazca  la idea que la polí­tica es una  ciencia, que el gobernar es un deber cí­vico y que es de todos.  Qué tanto positivo  puede brindar al pueblo el idealista de derecha como de izquierda, aunque prefiero  al centrista, que logre encontrar las cosas positivas en las dos filosofí­as y usarla para bien común, no para quedar bien con una u otra potencia, de esas que acechan al necesitado de  dadivas a cambio de asegurarles el poder a nivel  mundial, o cuando menos el voto por lo que sea, en las Naciones Unidas.  Mientras nosotros  por la errónea   percepción  de lo que es el comunismo o  el anticomunismo,  seguimos dependiendo de las  sobras de los que  tienen de más, para llevar algo a nuestras mesas.  

Hay maldad e ineptitud  en las partes en conflicto por el poder,  se ha perdido  la noción  de lo que es en realidad  lo que está  en juego,  la derecha está desesperada  por reconquistar el poder, la izquierda por mantenerlo,  alguien manipula al crimen organizado para  crear  la necesidad de una  mano dura.

O alguien  lo manipula  para demostrar que los que quieren el poder no se tientan el alma.  Mientras hay una mayorí­a  que atónita  nos damos  cuenta que hemos perdido el poder, o que nunca lo hemos tenido, que la democracia y la libertad la tenemos que pagar con nuestras vidas   inocentes  en las calles y caminos, tratando de ganárnosla, una que estos  polí­ticos de nuestros dí­as hacen  demasiado  dura.  Supongamos que  los dos son inocentes, que todo es nuestra imaginación. ¿Por qué no entonces  trabajamos juntos, la derecha con  la izquierda  para derrotar al verdadero enemigo, el crimen organizado y sus tentáculos, las maras?   Al final, será el pueblo inteligente quien elija  el que ellos crean en su turno de gobernar, porque las ideologí­as separatistas  gracias a Dios habrán desaparecido.  Guatemala merece una oportunidad.  Dejemos que los del Norte se revuelquen, ellos pueden darse ese lujo, tienen plata y nunca se mataran entre hermanos, eso ya lo aprendieron, nosotros no.

El Shecanito.

Listo a pagar por mi osadí­a de amar a nuestra patria, la única que tenemos. Â