Ramí­rez Amaya: el retrato de una sociedad de posguerra


Arnoldo Ramí­rez Amaya, conocido también como «El Tecolote», es un artista plástico que ya no necesita presentación en nuestro paí­s.


Suerte de poeta, que en vez de palabras utiliza imágenes. Su arte viola las pupilas y penetra con gran fuerza ante el impacto de la ilustración. Su estética se basa en trazos fuertes, plasmados con mucha violencia por la misma mano que luego diluye el impacto con colores cálidos, o mejor dicho rojos sangrientos, que fungen a manera de sombras.

Plumas de aves, o las aves mismas, además de ojos de visión nocturna (tecolotes y gatos, por ejemplo) terminan de explicar a grandes rasgos la estética de este autor.

Si bien puede ser catalogado de minimalista, con predominancia de los espacios en blanco, el impacto de las imágenes hace que este pintor sea considerado como uno de los más valiosos de las últimas décadas en Guatemala.

Como Goya retrató con sus esperpentos a la sociedad española de la decadencia imperial, o como Picasso plasma la Guerra Civil, o Botero la deformación de la sociedad latinoamericana, Ramí­rez Amaya también expresa con la violencia de sus trazos y la expresividad de sus imágenes a la sociedad guatemalteca de la guerra y de posguerra.

Con motivo de rendir homenaje a este pintor tan insigne, la galerí­a El Túnel (Plaza Obelisco 16 calle 10-01 zona 10) ha montado una exposición con la obra reciente de Ramí­rez Amaya, la cual fue inaugurada el pasado jueves, y permanecerá abierta hasta fin de mes. Entrada libre.

RIDICULUM VITAE


Nací­ en 1944. El 26 de noviembre. Mi signo zodiacal es una mezcla de hombre y caballo. Y yo:… ¡un Sagitario medio mula! Soy un artista por instinto; un militar por vocación; rebelde e insurrecto por naturaleza, y un virtuoso con mi arte.

Soy presumido, sencillo, tí­mido y humilde. Con un corazón más grande que mi chaparra estatura y lo que es peor… un tonto de capirote.

Ramí­rez Amaya (tomado del catálogo de la exposición)