Cuando un gobierno se ve agobiado por una ola de violencia, sus autoridades generalmente anuncian acciones y medidas para enfrentar a los delincuentes y enviarlos a la cárcel. De inmediato se observa que las fuerzas de seguridad redoblan su presencia, se suprimen los descansos, permisos y vacaciones, y frente a situaciones extremas se puede recurrir a la presencia de tropa en las áreas más conflictivas para prevenir la comisión de delitos. Todo eso, aunque sea sólo para que no digan.
En Guatemala, el Ministro de Gobernación dice que la ola de violencia es para sembrar terror. Y como si no fuera suficiente lo que hacen los criminales, el Presidente pone su enorme grano de arena diciendo que la solución es simple. «Aguantarse» frente a lo que considera una reacción del crimen organizado en contra de la población pacífica. Desde la lógica de quien anda rodeado de guardaespaldas, en auto blindado y con varios carros coleros, misma situación que se aplica a todos los miembros de su entorno familiar, es fácil dar ese tipo de consejo, pero cómo le decimos a los usuarios del transporte que le hagan yemas a la situación y que es un pulso en el que, por lo visto, la apuesta es a ver quién se cansa primero. Porque de lo que dice el Presidente, de que no vamos a arrodillarnos ante los delincuentes, pero tampoco podemos hacer nada para derrotarlos, se tiene que concluir que según la «inteligencia» del Gobierno (en el sentido en que se usó ese término en campaña) aconseja aguantar, hacerle fijo al tormento como dice nuestro pueblo, hasta que San Juan baje el dedo. Con una mentalidad como la de nuestro flamante Presidente, como para que no diga que cualquiera que hable de mejorar la seguridad está mintiendo, si es obvio que no tiene la menor idea de por dónde entrarle al problema. Pero tiene que saber el ingeniero Colom que ofende a la población que corre riesgos y sufre la inseguridad con esa indolencia suya de decir que no hay más que aguantar. Si los criminales quieren sembrar terror, de acuerdo a la tesis del Ministro de Gobernación, el Presidente les está ayudando porque qué más terror que saber que el Gobierno no tiene otra receta que la de hacerle yemas a la situación y enterrar a los muertos. Si uno no tiene respuesta a un problema, mejor es callar porque bien dice el refrán que el tonto callado pasa por sabio. En este caso además de la notable incapacidad, hay que destacar la gravísima insensibilidad de quien representa la unidad de la Nación y tiene la responsabilidad de dirigir al Organismo Ejecutivo. Aunque sea por respeto a las víctimas más vale que callen en vez de evidenciar esa indolencia frente al dolor ajeno.