Aquí­ nunca se resuelve nada


Aquí­ se habla mucho, pero menos el pueblo. Aquí­ hasta se hace un programa de radio dizque para que la gente hable con el Presidente y es lo que menos se cumple. Aquí­ se hacen conferencias de prensa para prometer, ofrecer y dar esperanzas ¿para qué, si a la hora de los aguaceros el agua no corre por los tragantes porque están tapados o se revientan los colectores a distancia por falta de mantenimiento, abriendo hoyos y hasta cráteres por todas partes? Aquí­ se hacen discursos a granel, se dictan cursos, conferencias, se convocan diálogos y los lí­deres se reúnen para darse besitos a lo Maradona o para «limar asperezas» tomando cafecito en Casa Presidencial, mientras la gente sumida en el lodo hasta la nuca sigue sin recibir ninguna ayuda para recuperar su vivienda.

Francisco Cáceres Barrios

¿Para qué tantos y ostentosos vehí­culos oficiales si la administración pública sigue igual de lenta, sucia y entrampada? Aquí­ todos hablan de economí­a polí­tica pero ¿cuándo bajará el costo de la canasta básica que anda por las nubes; que el pisto pare de volverse agua entre las manos o que el tránsito no fluya impidiendo el desarrollo y progreso que da el trabajo diario, porque la gente en su desesperación acude a bloquearlo como último recurso porque nadie les pone atención y ni siquiera los oyen?

Aquí­ se integran comisiones y se nombran comisionados para mejorar y depurar la policí­a, ¿por qué entonces vamos como el cangrejo, ya que en vez de sólo pedir mordidas, ahora están especializados en secuestrar, violar a las mujeres, asesinar, comercializar productos alucinógenos, robar de todo y hasta distribuir gasolina? Aquí­ no se resuelve nada, pero vaya si no se hace propaganda, de la buena y de la mala, de las que llevan etiqueta de «campo o tiempo pagado» o de la que regala con su bondad infinita aquel interesado empresario para que pueda seguir expandiendo sus prósperos negocios.

Aquí­ eso de vivir en paz, confianza y seguridad es pura mentira porque los funcionarios públicos en el ejercicio o práctica politiquera han aprendido a que prometer no empobrece y que polí­tico que no lo hace no tiene futuro. También aprendieron que mentir, y mejor si se hace cí­nica y descaradamente, rinde jugosos frutos. De patojo, mi padre me inculcó que cuando un polí­tico miente es como si escupiera al cielo. Ahora adulto, veo que no pasa nada, ni se resuelve nada y si eso fuera poco, se nos insulta y agrede a quienes disentimos o criticamos tan tristes, como amorales comportamientos. En fin, que a todos nos siguen abundando las interrogantes por ejemplo: ¿qué estamos esperando para cambiar; qué paí­s vamos a heredar; cuándo se ayudará realmente a los pobres sin hacer propaganda electoral con dinero del pueblo; a quién corresponde encontrar y dar soluciones, será que a nosotros mismos?