Intentan vaciar la olla de pepián republicano


 Altos funcionarios gubernamentales, diputados y lí­deres polí­ticos, dirigentes empresariales y hasta columnistas caí­dos del clóset que se entretienen con sus artí­culos, pero que no abandonan sus actividades mercantiles, a puro huevo de paloma del atrio de la Catedral Metropolitana, de esas que intentó robarse don Tereso Cuyú, sugieren, recomiendan, aconsejan, influyen, presionan y amenazan a los guatemaltecos que no estamos afiliados a organizaciones partidistas, cámaras empresariales o de otra í­ndole sectaria, a que adoptemos una decisión inflexible a favor o en contra de dos bandos que se encuentran en pugna.

Eduardo Villatoro

Primero, fue el presidente ílvaro Colom quien puso en el avispero a maestros, amas de casa, enfermeras, lustradores y el resto de la población, al afirmar que indeterminadas personas y grupos, entre los cuales medios de comunicación y periodistas, intentan encabezar un plan desestabilizador encaminado a que, mediante un complot de los de antes, echen a pencazos, puntapiés y ráfagas de ametralladora a burócratas de raudos vuelos, llevándose de corbata especialmente al gobernante, a doña Sandra y al vicepresidente Rafael Espada.

Esas declaraciones hicieron despertar de su letargo a los compatriotas que todaví­a creen que Guatemala no ha desaparecido del mapa, que no es un paí­s de cartón o una república de mentiritas, un pueblo sin dirección y guí­a, y que, por lo tanto, su deber es defender la institucionalidad del Estado triste y  pedigí¼eño.

Otros numerosos grupos leyeron de soslayo el documento presidencial y creyeron que se trataba de una más de  esas tretas gubernamentales para distraer a la población de sus reales y verdaderos problemas, como anteriores artimañazas del actual régimen y de los que le precedieron.

Pero otros más chispudos se sintieron aludidos y no se anduvieron por las ramas, y, de esa cuenta, el doctor Dionisio Gutiérrez, circunspecto empresario que habí­a mantenido perfil bajo durante los meses recientes, peinó su colocha melena bien acomodada, se rodeó de un selecto y minúsculo grupo de asesores y dicho y hecho lanzó mediático ataque al presidente Colom, a quien, en primera instancia, le dice que evite «la tentación totalitaria», pero no le recomienda al sacerdote, pastor o brujo al que debe acudir, en vista de que muchos de los correligionarios del señor Gutiérrez ven con «preocupación el vaciamiento de la democracia en Guatemala».

 ¡Ve, pues! Y yo que creí­a que en nuestro paí­s ya no habí­a democracia ni como para untarla con un dedo, porque los altos, medianos y chaparros  funcionarios de Estado, la plutocracia y la oligarquí­a se habí­an encargado de vaciar la olla de hacer pepián republicano; pero no es así­, sobre todo cuando intervino en la disputa el Partido Patriota, que, con la cordura que lo caracteriza, pide «a la sociedad que esté alerta, porque los ataques y las intimidaciones van a subir de tono».

¿Qué hacemos, mientras tanto, los guatemaltecos de a pie que no somos afiliados a la UNE, no nos volcamos en manifestaciones apoyando al presidente Colom, no compartimos las migajas que nos avienta don Dionisio ni fuimos compañeros de colegio con los militantes del PP?

Quizá siguiendo la consigna del vicepresidente Espada: estemos calladitos, no hagamos olas, disimulemos gases intestinales y no echemos a rodar bolas.

 (El metiche filósofo Romualdo Tishudo le aconseja a su potentado, malicioso y desconfiado patrón, próximo a casarse: -Tenga bien abiertos sus ojos antes del matrimonio, y medio cerrados después).