Las condiciones de subdesarrollo del país, más la pobreza y marginación de gran parte de la población guatemalteca, aumentan el riesgo de muchas personas y crean problemas severos en el área de la seguridad alimentaria. Según información oficial que tiene como fuente la Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional (SESAN) para 2020, se proyecta un crecimiento de la población que se calcula superará los 20 millones de habitantes. Esta elevada cifra supone mayores problemas para la gente pobre que para ese año también se habrá elevado, es decir, lejos de haber disminuido la pobreza, habrá más gente de escasos recursos que tendrá dificultades para conseguir sus alimentos. Esta información pone los pelos de punta, quiere decir que en el 2020 habrá más corredores secos, menos producción de alimentos, más muertos por desnutrición crónica infantil, en otras palabras, el fantasma de la hambruna sigue amenazando a la población.
Para salirle al paso a esta situación crítica, se ha anunciado el trabajo interinstitucional, coordinado por el Sistema Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional (SINASAN) para atender el Plan estratégico de Seguridad Alimentaria y Nutricional que tiene entre sus objetivos, identificar estrategias para la comercialización de productos de origen animal, sobre todo en comunidades que están en alto riesgo alimentario y nutricional. Pese a las oscuras predicciones y a las escasas previsiones, nada es efectivo si no se aborda el problema de la pobreza de una manera integral que busque no sólo aumentar y diversificar la producción de alimentos, también ampliar las condiciones para crear oportunidades de educación y abrir fuentes de trabajo para la gente. Guatemala es un país rico en recursos humanos, culturales y naturales, por tanto, las estrategias de reducción de la pobreza y la erradicación del hambre, deben apuntar también a eliminar el analfabetismo, mejorar el acceso a los servicios de salud reproductiva, el nivel de los salarios y la seguridad social.
En tales condiciones resulta difícil creer que Guatemala pueda cumplir las Metas del Milenio, adoptadas por 189 Estados de las Naciones Unidas en el 2000 y cuyos objetivos deberán ser alcanzados en el 2015. Vale recordar que en esa ocasión, fueron definidos los ocho objetivos del Milenio que cito a continuación: 1. Erradicación de la pobreza extrema y el hambre. 2. Acceso universal a la educación. 3. Promover la igualdad de géneros. 4. Reducción de la mortalidad infantil. 5. Mejorar la salud materna. 6. Combatir el VIH/SIDA. 7. Asegurar la sostenibilidad ambiental. 8. Desarrollar asociaciones globales.
Puede verse que Guatemala está bastante rezagada y se nota desde ya, que el Estado no podrá cumplir con las Metas del Milenio fijadas para el 2015, en especial las que están relacionadas con la pobreza, hambre, educación, mortalidad infantil y salud materna, pues es en estos niveles donde el país tiene el mayor déficit y la acumulación más elevada de deuda social. Como siempre, los sectores sociales históricamente marginados y excluidos, como las poblaciones indígenas, los campesinos, las mujeres, los ladinos pobres, la niñez y los adultos mayores, serán los más afectados y castigados, debido a las precarias condiciones de vida que los caracteriza.
Sigo sosteniendo que Guatemala necesita un proyecto de Nación del cual se carece hasta ahora. Ese proyecto pasa por la elaboración de una nueva Constitución Política y la refundación del Estado, para convertirlo en solidario, incluyente, moderno y con rostro humano.