¿Casualidades?


Como es sabido, el Papa Juan Pablo II honró a Guatemala con tres visitas. La primera en 1983, la segunda en 1996 y la tercera, en 2002, que para los católicos centroamericanos tiene especial trascendencia puesto que, el 30 de julio, en el Hipódromo del Sur, eleva a los altares al Hermano Pedro de San José de Betancourt, el primer santo de la región.  Al coordinar la representación del Gobierno para la última visita de Su Santidad, desarrollé una excelente relación con las autoridades eclesiásticas, tanto guatemaltecas como vaticanas, a las cuales aprecio sumamente.

Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

Encontrándome en Roma con mi nieto mayor de 14 años, Juan Francisco Reyes Molina, tuvimos la oportunidad de asistir a la audiencia papal, el miércoles 30 de junio, en la Plaza de San Pedro, y ser las dos primeras personas a presentar nuestros saludos y respetos a Su Santidad el Papa Benedicto XVI, hecho que será un recuerdo eterno.

Por esas casualidades de la vida, en la primera fila del sector izquierdo principal, además de nosotros, fueron situadas otras 28 personas, todas a nuestra izquierda: dos distinguidos panameños, la ministra de Educación, el viceministro de Salud; continuando un atí­pico personaje (al que me referiré más adelante), un senador norteamericano, su esposa y sus dos jóvenes hijos; continuaban dos obispos coptos, una pareja tirolesa y otras varias personas, todas vestidas de negro, sobrias como corresponde.

Volviendo al atí­pico personaje, fue de los últimos en arribar a la audiencia, llegó con traje claro chillón, «luciendo» una corbata con todos los colores del papagayo, acompañado de una señorita morena, mucho más alta que él y por lo menos 40 años más joven. Pavoneándose, se presentó viceministro de Relaciones Exteriores de Belice, a lo que le respondí­ que entonces era guatemalteco en parte.

Tras un segundo, indicó que él habí­a nacido en Belice, de descendencia italiana, que se ofendí­a que le dijese que podrí­a ser guatemalteco, que en el referéndum que obligadamente se tení­a que hacer y luego en La Haya, ante la Corte Internacional de Justicia, Guatemala perderí­a todo el territorio como ya estaba arreglado.

Le respondí­, como dijo el presidente Jacobo Arbenz Guzmán: «Esa es su opinión, la respeto, pero en absoluto la comparto», y lo ignoré.

El individuo aún más agresivo dijo: «Usted sabe que soy í­ntimo de ílvaro Colom, que cada vez que visito Guatemala me quedo en su casa. Además, Sandra Torres ha sido educada en Belice, así­ como su familia, por lo que contamos con ellos».

Qué casualidad toparme con este tipo, oí­rlo, o será Dios el que lo dispuso. En todo caso, debemos prever y no lamentar para que nada de lo dicho pase.

Belice es históricamente de Guatemala, las concesiones otorgadas a los ingleses para cortar madera nunca comprendieron del rí­o Subí­n al Rí­o Sarstún. Si se decidiera el inconstitucional referéndum que el Gobierno impulsa «votemos no».

Además, los impuestos y recursos guatemaltecos, que de conformidad con el Acuerdo Gubernativo 258-2009 el Ministerio de Relaciones Exteriores deberá gastar en el tema, hay que usarlos con inteligencia y patriotismo, no tirarlos porque si algo debe ser sagrado es el territorio y el derecho de 14 millones de guatemaltecos, versus el de cien mil tirados con onda. «Belice es nuestro»