En La Hora no hemos ocultado nuestra convicción de que el país necesita que se mantengan, se mejoren y fortalezcan, los programas llamados de Cohesión Social que tienen la finalidad de brindar asistencia a las personas menos favorecidas históricamente. Nuestra crítica ha sido justamente que la falta de transparencia y la utilización de esos programas con fines electorales constituyen un gravísimo error porque los comprometen al futuro y ambos factores proporcionan armas a quienes se oponen tenazmente a que se gobierne con visión de atención a los más necesitados.
Entendemos que un programa de atención a millones de personas históricamente olvidadas tiene réditos políticos si se maneja correctamente, pero nos parece deleznable que la intención fundamental tras el impulso a esos planes sea justamente la de buscar beneficios electorales. Sabemos, además, que el pueblo tiene enorme intuición y que cuando se da cuenta de que está siendo instrumentalizado, recibe la ayuda pero no se compromete políticamente. Pero el problema más serio es que cuando hay intenciones electoreras, se discrimina en función politiquera y por lo tanto la ayuda no llega a todos los que la necesitan. Un trabajo de campo realizado por nuestros redactores permitió comprobar que en el área metropolitana, en colonias populares, existen organizaciones de base que funcionan para elaborar los listados de los beneficiarios de los programas y que en el proceso se valora el empadronamiento y la afiliación partidaria como cuestiones fundamentales para la conformación final de la lista. Repetimos nuestra convicción de que los programas de combate a la pobreza no sólo tienen que mantenerse sino que deben mejorarse en el campo de la transparencia y en garantías de su continuidad. Creemos que el gobierno tendría que estructurar una alianza con el cooperativismo para impulsar la creación de pequeña y mediana empresa bajo ese formato para que la gente aproveche la ayuda que recibe de manera que pueda mejorar su capacidad productiva y no simplemente conformarse con la dádiva. Y precisamente por estar convencidos de que el país no puede abandonar ni dejar tirado el esfuerzo de emprender una sostenida lucha contra la pobreza, es que planteamos al gobierno la necesidad de ponerle atención a los dos temas que nos preocupan, es decir, el de la transparencia y la manipulación política de la ayuda. Concedemos el beneficio de la duda en el sentido de que las distorsiones puedan ser producto de iniciativas de las organizaciones de base, pero no cabe duda que responden a lo que ellos intuyen como línea política a partir de las percepciones. La crítica, en este caso, pretende no sólo preservar los programas, sino mejorarlos para que sean parte de la filosofía que como Nación nos debe inspirar.