Uruguay cae con honor y vuelve a la elite


Miles siguieron ayer a su selección, en Uruguay. AFP / Pablo Porciúncula

Uruguay cayó con honor y en su ley ante Holanda (3-2) en Sudáfrica-2010, con heroica resistencia defensiva y vendiendo cara su derrota, en lo que fue su retorno a la elite mundialista, 40 años después del cuarto puesto obtenido en México-1970.


Sucumbió la Celeste como los árboles, de pie, con dignidad, luchando hasta el último aliento y poniendo a Holanda en agoní­a al descontar 3-2 sobre la hora cuando el 3-1 parcial en la semifinal en Ciudad del Cabo parecí­a anticipar una diferencia más abultada en favor de la Naranja.

La escuadra sudamericana, la única que sobrevivió después del «boom» de los equipos de la región en el Mundial sudafricano, no ha sido eliminada y aún puede soñar con el bronce del tercer puesto contra el perdedor de España-Alemania, semifinal a jugarse el miércoles en Durban.

No serí­a poca cosa treparse al podio, aunque es sabido que en el fútbol los terceros lugares no son considerados gloriosos.

Pero esta vez es diferente, porque en cuatro décadas la Celeste no pudo reeditar glorias pasadas, las que alcanzó con dos Copas del Mundo, ganadas en Uruguay-1930 a Argentina por 4-2 y en Brasil-1950 a los brasileños por 2-1 en el legendario «Maracanazo».

«Hemos demostrado que es posible, no digo que meternos en el grupo de las potencias, pero sí­ tener un equipo competitivo, que sea difí­cil de enfrentar para cualquiera (…) que merezca el reconocimiento por su corrección, por apostar a futbolistas jóvenes», analizó el DT, í“scar Tabárez.

«El Maestro» Tabárez puso los puntos sobre las í­es para evitar el triunfalismo o suponer que Uruguay se ha convertido de la noche a la mañana, por obra y gracia de unos resultados, en un miembro del club de los elegidos del orbe.

Pero los números están a la vista, las estadí­sticas no se pueden analizar de modo filosófico y Uruguay es ahora uno de los mejores cuatro seleccionados del mundo, sin que eso signifique lanzar conjeturas sobre el futuro.

¿Cómo pudo llegar hasta allí­ Uruguay, cuando hace un tiempo las ambiciones eran más modestas?

Tabárez conformó una escuadra con disciplina táctica, conciente de sus limitaciones para dominar el balón y al adversario, de manera de abroquelarse en defensa con su histórico poder de contención y fuerza para recuperar la pelota, con el fin de salir en rápido contragolpe.

«Cuando se habla de garra charrúa a veces se malinterpreta el significado con juego duro. Pero no es así­. El significado es dejar todo para poder ganar», declaró el delantero uruguayo Diego Forlán, autor de cuatro goles, estrella del equipo y artí­fice principal de sus éxitos en esta Copa.

Forlan, quien jugó el partido contra Holanda resentido de una lesión y debió salir casi sobre el final, dijo que «Uruguay tiene una historia muy rica, grandes victorias, campeonatos, hazañas…».

La tradición al fin y al cabo pesa, pero en los cuartos de final cuando Uruguay superó a Ghana en el desempate a penales (4-2), dejó un jirón de sus esperanzas al perder a Luis Suárez, el otro artillero y pieza estratégica en la campaña Celeste.

Suárez fue el hombre que sobre la hora despejó con un manotazo la pelota que entraba en su arco y se convertí­a en el gol ghanés de la eliminación. Los africanos erraron su tiro penal y el milagro se produjo, pero Uruguay perdió a uno de los dos puntales de sus agudos contragolpes.

Se rehizo la escuadra con los hombres de relevo y cumplió una heroica resistencia, que estuvo también al borde la hazaña cuando sobre la hora se puso 3-2 en otro final no aconsejable para cardí­acos.

Tabárez, con su prudente realismo, dijo que «la migración de futbolistas (…) debilita a las ligas tercermundistas y hace que sus medios internos sean poco significativos. Es casi utópico hablar de un predominio en el futuro (…) Hay tres de esas potencias (europeas) en las finales».

Pero también fue objetivo al decir que «hay un efecto en el pueblo uruguayo de lo que hizo el equipo, sobre todo en los niños y los jóvenes de 30 años que nunca habí­an visto estas cosas (…) estamos en una fiesta en la cual no fuimos invitados».

Pero al fin de cuentas, Uruguay volvió a la fiesta de los más grandes.