Cada cuatro años tenemos un magno evento, el cual no sólo nos entretiene, además deja unas enseñanzas excelentes para niños y adultos.
Podemos hacer comparaciones entre países desarrollados y países del tercer mundo y uno puede darse cuenta de casos de países que son potencias económicas también lo son en el fútbol.
Analizando los casos de algunos países eliminados podemos sacar conclusiones muy buenas. El primero es Estados Unidos, quienes hace 20 años en Italia perdieron los tres partidos, les anotaron 8 goles y apenas concretaron dos anotaciones. Incluso en ese momento las televisoras mexicanas hacían burla de la actuación americana y hacían una parodia de cómo habían equivocado ellos el fútbol con el básquet o fútbol americano. Dos décadas después son el referente de Concacaf, hace un año le quitaron el invicto a la potente selección española. En esta ocasión fueron eliminados en octavos y en la primera ronda les anularon un gol clarísimo.
El otro caso es el de Brasil, el candidato a llevarse el título y con Dunga a la cabeza quien llevaba antes del mundial 39 victorias y 11 empates en 55 juegos dirigidos. Un error en defensa tira a la borda todo el trabajo que se había hecho, y en especial los mejores 45 minutos desde que Dunga se había hecho cargo de la selección.
En estos dos casos, ni el entrenador, ni jugadores ni comentaristas buscan culpables afuera. En ambos casos asumen la responsabilidad dentro de la selección y dan la cara para corregir desde adentro los errores y poder ser mejores. Incluso, en el caso de Francia, el Presidente mandó a llamar a los responsables, en ningún momento pidió a FIFA o a la prensa que pidieran disculpas por las desgracias de su selección.
Esto nos lleva al último caso, y del que nosotros como guatemaltecos más enseñanza podemos sacar. Es el caso de Paraguay, que sin duda hizo un excelente campeonato. Lo malo de ellos es lo que hacemos la mayoría de latinoamericanos, y es buscar al culpable por fuera. Lo primero que hizo el entrenador argentino de Paraguay fue culpar al árbitro chapín, que por causa de él ellos habían tenido una mala fortuna. No mencionó que su equipo sólo había anotado 3 goles en 5 partidos (uno más que USA en el 90), que ninguno de sus millonarios delanteros anotó un gol (Santa Cruz tampoco lo hace mucho en su club) y que en el partido final tenían enfrente a uno de los mejores porteros del mundo, y que por cierto les impidió empatar el juego.
¿Por qué digo qué debemos de aprender mucho? Lo mismo nos pasó a nosotros los chapines con nuestra selección en la última eliminatoria, nos expulsaron a un jugador por una jugada torpe y lo que hicimos fue echarle la culpa al árbitro y nunca nos levantamos.
Si vemos los tres primeros casos, son países desarrollados y lo han logrado porque buscan las soluciones adentro. Paraguay, que tiene un PIB bastante inferior al de Guatemala, $12.2 contra $33.9 (billones, 2007), anda buscando al igual que nosotros a quién echarle la culpa de los fracasos.
Tenemos que enseñarle a nuestra descendencia que en los problemas propios, el primer responsable es uno. Nadie considera que reconocer lo anterior es sencillo, requiere de mucho coraje, pero esa gallardía es la que nos puede llevar a ser grandes como Estados Unidos y Brasil y no solo en fútbol, sino en la vida misma y como país.
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