Doble y triunfal aniversario de Gustav Mahler


Gustav Mahler (1860 - 1911) fue un compositor y director de orquesta bohemio-austriaco. FOTO LA HORA: ARCHIVO

Gustav Mahler (1860-1911) será objeto en 2010 y 2011 de la celebración de un doble aniversario que no pasará inadvertido, ya que las orquestas y el medio musical están mayoritariamente rendidos a los pies del compositor austrí­aco.


En 2010 se celebra el 150 aniversario del nacimiento de este músico postromántico, que ha dejado un notable legado para las grandes orquestas (nueve sinfoní­as y una décima inconclusa).

Mahler volverá a ser conmemorado por segunda vez el 18 de mayo de 2011, dí­a del centenario de su muerte.

Este inédito y doble aniversario no ha pasado inadvertido para las grandes empresas del sector (Deutsche Grammophon/Universal, EMI), que acaban de reeditar sus obras í­ntegras, ni tampoco para los productores de conciertos.

En Parí­s, por ejemplo, los mahlerianos no podrán quejarse ante una excepcional y abundante oferta de conciertos. Henry-Louis de La Grange, biógrafo del compositor, constata una «burbuja Mahler», que prospera en Europa, en América del Norte y hasta en la región Asia-Pací­fico.

«Nunca pensé que vivirí­a esto», asegura a la AFP este musicólogo. «Pero se le hace justicia. Mahler es uno de los raros compositores de su época con una verdadera dimensión profunda. Es algo que no se comprendió durante muchos años», explica.

«Â¡Ya llegará mi hora!», decí­a el compositor.

Esa hora llegó de hecho en los años 1960-70, gracias a directores de orquesta como Leonard Bernstein y Bernard Haitink. Y no solamente por la popularidad del desgarrador «Adagietto» (Quinta Sinfoní­a) inmortalizado por la pelí­cula «Muerte en Venecia» (1971) de Visconti.

Hoy, «se tiene la impresión de que Mahler ocupa el lugar que tuvo Beethoven hace cuarenta años: es como si fuera indispensable interpretarlo para demostrar ser un gran director sinfónico», analiza el crí­tico musical del diario francés Le Figaro, Christian Merlin.

«Me pregunto si los jefes de orquesta aman su música por buenas razones», añade el crí­tico. «Me temo que lo hacen porque es halagadora, y porque gusta al público», asegura, aunque resalta los méritos de la obra de Mahler, «que nos habla de humanidad», y que alberga «enormes contrastes» capaces de pasar «del primer grado a la distancia y al pathos».

No obstante, «el abuso de Mahler puede ser peligroso para la salud de la orquesta», escribe por su lado en la revista Diapasón el cronista Ivan A. Alexandre, que critica la costumbre de algunas orquestas sinfónicas de «sacrificar Mozart, Haydn y Schubert, jueces implacables de la interpretación colectiva, a estos engañosos abismos».