Fútbol: el drama y el Mundial (y III)


Hablar de fútbol es hablar de pasión, de un deporte que desborda los lí­mites cada cuatro años… que rebalsa los sentimientos en casi todos los paí­ses del mundo, porque el fútbol posee una estructura dramática que nos atrapa: son dos fuerzas que chocan en el terreno de juego… pero semióticamente representa mucho más que simplemente dos estilos o formas de jugar.

Ramiro Mac Donald
http://ramiromacdonald.blogspot.es/

Tomemos como ejemplo el encuentro del pasado sábado, en el que el poderoso equipo alemán goleó a una Argentina borrosa, 4 tantos a 0. Los elementos para un análisis están tan cargados de simbolismos que pueden ser leí­dos fácilmente: Alemania, representaba a Europa y Argentina, a nuestra América. Los europeos conformaban un equipo de jóvenes, con algunas buenas estrellas. En tanto, Argentina estaba plagada de astros rutilantes, empezando por su entrenador. Se enfrentaron no solo dos fuerzas, dos estilos completamente diferentes. Dos esquemas totalmente opuestos.

En un análisis de carácter estructural (y la semiótica lo es) los componentes relacionales al interior del campo de juego, nos dan la clave para entender el resultado. Desde el aspecto sintagmático, la presumible superioridad individual de los latinoamericanos se consideraba el arma secreta de Argentina, pero este elemento chocó contra una muralla formada por la férrea disciplina germánica de un brillante juego en equipo. Es decir: la caracterí­stica por la cual se estimaba Argentina poseí­a una ventaja competitiva, se convirtió en el aspecto más negativo del once gaucho… y a ese aspecto se debió el pésimo desempeño que culminó por enterrar los sueños de conquistar el campeonato mundial para los pupilos de Diego Maradona. Sintagmáticamente, los atacantes argentinos (jugadores) fueron dirigidos totalmente equivocados o erróneos: su estructura de relacionamiento personalí­simo no funcionó, porque creyeron que -como eran superiores en lo individual- iban a superar al team contrario. En tanto, los germanos salieron a relacionarse como equipo, que significa cooperar, trabajar en conjunto y este sentido de unidad fue el que superó al opositor, así­ como por su juventud y fuerza; capacidad de definición (meter goles) y una vertiginosa velocidad. ¡Los alemanes resultaron imparables! Desde el plano paradigmático, su sentido de unidad grupal fue graní­tica y superior cuatrocientos por ciento.

Las relaciones de los jugadores al interior del encuentro deportivo, representan los sintagmas que actuaron según se preestableció por un diseño estratégico. Alemania fue superior, porque logró imponer sus tácticas en el campo… ante un rival latinoamericano debilitado, que no logró armar sus piezas correctamente. Como el ajedrez, el fútbol es un poco ciencia y mucha maña. A los argentinos les sobró la maña, pero les faltó vitalidad, coherencia en los otros componentes, en vista de su pésimo director técnico.

El fútbol de hoy, a nivel de Mundiales, dramáticamente representa una lucha simbólica entre dos ejércitos, en este caso concreto contendientes nacionales, que juegan en un espacio estructurado, casi mágico, donde el espectáculo televisivo de la repetición en cámara lenta (una y otra vez) forma parte de la pasión masificada de un deporte que aprisiona mes y medio a millones de seres humanos esparcidos a lo largo de todo el mundo… que detiene su marcha para avivar al equipo de su preferencia.

Por esa estructura tan cargada de extremo dramatismo, como los últimos partidos que veremos, pero en especial el que vivimos el sábado pasado, el fútbol crea una sensación que nada está o puede estar por encima de este deporte, que adormece las conciencias y entretiene al pueblo, en un circo mediático a nivel mundial sin precedentes en la historia de la humanidad. Las transmisiones de estos encuentros se convierten, en el pretexto para que las marcas mundiales (y locales) nos informen de sus nuevos productos y servicios Por eso, el fútbol forma parte inherente de la cultura de las masas del siglo XXI porque acelera el intercambio de bienes y servicios, porque el consumismo lo ha convertido en uno de sus pedestales más ricos y efectivos. Y solo quiero recordar que para los mayas el deporte era vida o muerte. ¿Mayor dramatismo, imposible?