La violencia que golpeó nuevamente a Bagdad hoy, con la muerte de siete personas en dos ataques, un día después de un atentado que causó 60 muertos, disminuyó las esperanzas de un rápido éxito del plan de seguridad y llevó al Primer Ministro a pedir el apoyo de la población.
Dos artefactos caseros estallaron en las primeras horas de la mañana, a la hora en que los habitantes de la capital partían a sus trabajos, en el sector de mayoría chiita de Karrada, al este del río Tigris.
Según fuentes de la seguridad, el primer artefacto explosivo, colocado en un autobús mató a cinco personas e hirió al menos a once.
Otra bomba estalló hacia la media noche (hora de Guatemala) en el barrio de Zafaraniyah (sureste), también el sector de Karrada, al paso de una patrulla policial, matando a un policía y a un civil.
En este mismo ataque, al menos 40 personas quedaron heridas.
Las dos explosiones se produjeron menos de 24 horas después del doble atentado con coche bomba el domingo en la tarde en un mercado al este de la capital, donde murieron al menos 60 personas.
Desde el 14 de febrero cuando se lanzó oficialmente el plan iraquí-estadounidense de seguridad para Bagdad, la ciudad parecía más en calma.
Algunos comercios, cerrados debido a la inseguridad, habían abierto de nuevo y algunos habitantes que huyeron de sus barrios por la violencias entre chiitas y sunitas habían podido volver.
El primer ministro chiita Nuri Al Maliki había incluso estimado que los primeros resultados del plan eran «resplandecientes».
El lunes, Maliki llamó a la población a apoyar los esfuerzos de las fuerzas de seguridad: «Condenamos firmemente esos actos terroristas odiosos, y llamamos a todos los pueblos de Irak y del mundo a condenar a sus autores», declaró en un comunicado.
Un portavoz del ejército estadounidnese, el teniente coronel Christopher Garver, declaró por su parte que este recrudecimiento de la violencia era esperado.
«Sabíamos que (los terroristas) replicarían y tratarían de provocar el máximo de daños, el máximo de muertos y el mayor impacto mediático», dijo.
«El plan de seguridad llevará meses, vamos a seguir desplegando fuerzas hasta mayo; las fuerzas iraquíes están ya tomándose la capital», añadió.
Según este militar, unos 20.000 soldados estadounidenses están desplegados actualmente en Bagdad, y a término, unos 40.000 serán destinados ahí.
De su lado, los habitantes de Bagdad interrogados se mostraron divididos en sus opiniones.
Kadhim Ahmed, chiita moderado de unos cuarenta años, estimó que el gobierno se mostró «demasiado optimista» y afirmó que los verdaderos autores no eran perseguidos.
«El plan ya hizo disminuir la violencia», afirmó por su parte y a pesar de los atentados, Suhail Saleh, traductor, haciendo notar que numerosas personas expulsadas de sus hogares podían ahora volver.
En otros lugares de Irak, los actos de violencia continuaron. Cinco policías fueron muertos por un coche bomba en la localidad de Dhuluiyah (70 km al norte de Bagdad).
Por su lado, el ejército estadounidense informó sobre la muerte en combate el sábado de un infante de marina en la provincia de Al-Anbar, foco de la insurrección sunita en el oeste, haciendo llegar a 3.130 las bajas en Irak entre soldados y personal asimilado estadounidenense desde marzo de 2003, según cifras del Pentágono.
Al menos cinco personas murieron hoy en la mañana por la explosión de una bomba casera en un barrio de mayoría chiíta del centro de Bagdad, según un primer balance dado a conocer por fuentes de la seguridad.
El artefacto explosivo colocado en un bus hirió al menos a once personas en el sector de Karrada, en la orilla este del Tigris, según las fuentes.
Otra bomba casera estalló al paso de una patrulla de la policía, hiriendo a tres funcionarios en el sur de la capital.
Estos ataques se produjeron un día después de un doble atentado con coche bomba en un mercado, siempre al este de la capital, que mató al menos a 60 personas, apenas cuatro días después del lanzamiento oficial de un plan de seguridad destinado a pacificar Bagdad.