Hay veces que honrar, deshonra


Siempre hemos escuchado que «honrar, honra», como una muestra de que cuando alguien enaltece a una persona que merece reconocimiento, recibe parte de la honra. Pero si hoy en dí­a alguien en Alemania decidiera elevar un monumento a Hitler, seguramente que sus conciudadanos pegarí­an el grito en el cielo y quien tuvo semejante «ideota» terminarí­a deshonrado por torpe y, sobre todo, por irrespetar la historia.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

Y eso que de Hitler se puede decir que luego de las humillaciones que Alemania tuvo que soportar tras la firma del armisticio que puso fin a la Primera Guerra Mundial, fue el lí­der de los nacionalsocialistas quien devolvió a ese paí­s su orgullo y desafí­o a las potencias cuyas reparaciones de guerra impuestas en el Tratado de Versalles, tení­an de rodillas al pueblo alemán. Fue Hitler quien reconstruyó el potencial económico y bélico de Alemania y si de obra fí­sica se trata, seguramente que serí­a difí­cil emular la obra del arquitecto Hermann Albert Spee, quien luego fue ministro de armamento del régimen nazi, pero cuya obra fí­sica fue impresionante. De todos los dictadores puede uno encontrar obra fí­sica y en la inmensa mayorí­a de los casos los tiranos que aplastan a sus pueblos se aprovechan de la falta de oposición para manejar los fondos públicos a su antojo y de esa cuenta la obra pública es por lo general uno de los logros de casi todas las dictaduras. Los tiranos hacen obra por las buenas o por las malas, sabiendo que nadie va a oponerse y muchos tratan de emular esas prácticas. Guatemala ha tenido muchos dictadores y la gama para escoger a alguno que pueda ser objeto de homenajes, ya que aún hay tanta gente aquí­ que tiene mente de lacayo y goza recordando y añorando a un tirano, era demasiado extensa como para caer en quien frenó el tiempo y durante 14 años impidió todo atisbo de desarrollo en el paí­s, además de haber eliminado fí­sicamente a todos los que le hací­an alguna oposición, incluyendo a algunos de sus mejores amigos. Creo que uno tiene que tomar las cosas de donde vienen y por lo tanto la decisión de la Alcaldí­a no puede ser motivo de sorpresa para nadie. Puesto a escoger a quién honrar cuando terminó la construcción del Anillo Periférico, Manuel Colom Argueta dispuso dar el nombre de Adolfo Mijangos López a la obra recién construida, mientras que en esos mismos dí­as el gobierno de Arana bautizó con el nombre de Martí­n Prado Véliz al puente del Incienso. Por cierto tanto el Periférico como el puente son nombrados por la población simplemente como Anillo Periférico y como Puente del Incienso, porque así­ somos los chapines. Jorge Ubico Castañeda fue un tirano que de no haberse zurrado ante los gringos, hubiera elevado en Guatemala estatuas a Hitler, Mussolini y Franco. En vez de ser fiel a sus simpatí­as ideológicas, se arrodilló ante Roosevelt y, pusilánime, despojó de sus bienes a los ciudadanos alemanes que viví­an en Guatemala y envió a varios de ellos a campos de concentración simplemente por el delito de ser alemanes. Honrar a Ubico es propio de una administración municipal que no tiene el menor respeto por la población, que comparte con el tiranuelo la arrogancia y prepotencia de quien siente que le está haciendo un favor a Guatemala y que el pueblo tiene que aguantar sus caprichos sin chistar. Ubico era absolutamente ignorante (ni siquiera se pudo graduar de oficial y le regalaron los despachos) y por eso no extraña la distinción que se le ofrece porque, como digo, hay veces que honrar, deshonra.