Amenazado el récord de longevidad


Longevidad. Matsu Taira, una mujer de 100 años de edad, es una de las habitantes de Okinawa.

El archipiélago japonés de Okinawa, conocido en el mundo entero por ostentar el récord mundial de personas centenarias, podrí­a perderlo por el aumento entre su población de la obesidad, la diabetes y el tabaquismo, advierten los expertos.


«Okinawa se ha dormido en los laureles y hoy está entre la espada y la pared», explica a la AFP Craig Willcox, antropólogo médico de la Universidad de Okinawa y coautor de un estudio sobre los centenarios.

La esperanza de vida «alcanzará pronto su apogeo y a continuación caerá» inevitablemente, advierte.

Hace más de 10 años que Okinawa, archipiélago de coral del sur de Japón, famoso por sus grandes playas de arena blanca y aguas turquesa entre el mar de China oriental y el océano Pací­fico, ostenta el récord de longevidad mundial.

Las mujeres viven en promedio más de 86 años y los hombres, hasta los 78.

La isla tiene sobre todo el récord mundial de centenarios (55 por 100.000 habitantes), es decir, más del doble que el resto de Japón, que ya es el primero de la lista.

Pero en 2005, la publicación de un censo conmocionó a Okinawa, cuya esperanza de vida masculina bajó al puesto número 26 mundial, según Tamiko Fukuyama, encargado del sector en la prefectura de Okinawa.

La población de la isla ha sido afectada por varias enfermedades y ya tiene tasas récord nacionales de obesidad, enfermedades cardiacas y diabetes.

Incluso se habla ya de la «paradoja de Okinawa»: esta sorprendente cohabitación entre centenarios dinámicos y jóvenes obesos, subraya Makoto Suzuki, geriatra y especialista en centenarios.

La nefasta influencia de las costumbres alimenticias estadounidenses tras la instalación de bases militares en la isla después de la Segunda Guerra Mundial es la principal culpable.

«Los primeros restaurantes de comida rápida de Japón abrieron en Okinawa», lamenta Fukuyama.

Además, el «éxodo masivo de jóvenes a las ciudades en busca de trabajo» ha hecho desaparecer las tradiciones culinarias sanas, según Willcox.

«Si las cosas se mantienen así­, la longevidad de Okinawa será sólo un recuerdo «dentro de 20 ó 30 años», asegura.

Conscientes de la urgencia, las autoridades de la isla han puesto en marcha un plan de salud pública hasta 2010 para intentar invertir la tendencia.

Se han tomado medidas para reducir el tabaquismo, primera causa de mortalidad, el sobrepeso y combatir la mala higiene dental. En las escuelas se han desplegado campañas de información.

Los primeros resultados son visibles en la disminución de la obesidad, que sigue siendo mucho menor que en Estados Unidos.

En Okinawa no se culpa al vecino estadounidense, a quien Japón debe su «sistema de salud pública», según Willcox.

«Después de la guerra, la medicina japonesa desapareció. Los estadounidenses vinieron a Okinawa a erradicar todas las enfermedades infecciosas», sobre todo la malaria, subraya.

«Cuando llegué a Okinawa en 1975, sólo habí­a 32 centenarios, y hoy son 740», según el doctor Suzuki.

Concretamente la aldea de Ogimi tiene el récord mundial de longevos desde hace una década. Un tercio de sus 3.500 habitantes tiene más de 65 años, entre los cuales hay 11 centenarios. Ningún anciano está hospitalizado y sólo 50 de ellos viven en residencias especializadas.