Asesinato de cantante reabre polémica por «narcocorridos»


Sergio Vega, el Shaka, era un cantante grupero, habí­a desmentido su muerte. En la gráfica, un afiche anunciando una gira de conciertos. FOTO LA HORA: INTERNET

Un popular cantante de «narcocorridos» fue asesinado en una carretera de México en un caso que reabre la polémica por la labor de estos músicos conocidos por narrar las hazañas de los capos del tráfico de drogas, que en muchas ocasiones los ha llevado a la tumba o la cárcel.


Su historia se parece a la de los narcos de sus canciones. Octavo de 13 hermanos, nada más cumplir los 19 abandonó el norteño Estado de Sonora para brincar a EE UU. Su vida giró en torno a la frontera. Sus letras hablaban del amor, del peligro y la droga. í‰l, como Los Tigres del Norte o Los Tucanes de Tijuana, fue poniéndole música a las hazañas de sus paisanos, tipos duros que cruzaban la raya con cargamentos de marihuana, «una chamarra de cuero, un pantalón de Versace y un revólver del 32». El sábado, con 40 años recién cumplidos, también a él lo cazaron. Al volante de su Cadillac rojo, de 30 disparos, como si fuera el protagonista de cualquiera de sus canciones.

Se llamaba Sergio Vega, pero también lo conocí­an por Shaka. Según su biografí­a, se puso ese nombre en honor de un «guerrero zulú que no le temí­a a nada y siempre iba de frente». Hace sólo unos dí­as, Vega tuvo que desmentir su muerte. El rumor se habí­a corrido por el norte de México y el cantante llamó a un periódico para decir que estaba vivo. Sus declaraciones no mostraban miedo, pero sí­ preocupación: «Yo, que navego temas muy fuertes, muchos corridos, tengo temorcito y hay que encomendarse a Dios».

No en vano, desde 2006 para acá, los cantantes de narcocorridos se han convertido en otro de los objetivos de los sicarios. Sus balas han matado a El Gallo de Oro en Reynosa, a Zayda Peña en Tamaulipas -la remataron en el hospital-, a El Loco Elizalde en Guadalajara…

«Pero aun así­, Sergio no tení­a miedo». Quien habla así­ es Ana Luisa Gómez, su representante. En declaraciones a este periódico, Gómez ha contado hoy cómo se enteró del asesinato: «Fue el sábado por la noche [madrugada del domingo en España]. Me llamó su asistente, que viajaba con él por Los Mochis [Estado de Sinaloa] y que resultó herido por los disparos. Iban a Alhuey, en el municipio de Angostura, donde estaban los músicos esperando para un concierto. Su asistente me dijo que los vení­an siguiendo, que se cruzaron en el camino y les dispararon como 30 tiros. Seis de ellos impactaron en el cuerpo de Sergio…».

Gómez dice que el cantante no habí­a sido amenazado ni tení­a deudas con el narcotráfico. «La prueba es que iba sin escolta y sin armas, conduciendo su Cadillac. Ya hací­a tiempo que no se centraba en los corridos, su repertorio era de canciones de amor. No creo que se trate de un ajuste de cuentas, es uno más de los miles de mexicanos que están muriendo por culpa del narcotráfico. Sergio es la última ví­ctima».

O la penúltima. En las últimas horas, la guerra que sostienen los cárteles de la droga entre sí­ y contra el Gobierno ha vuelto a dejar un reguero de ví­ctimas. En el norteño Estado de Durango, un grupo armado con rifles llegó a un centro de rehabilitación de toxicómanos y disparó contra los internos. Nueve de ellos murieron en el acto y cinco quedaron heridos. En los últimos meses, varias clí­nicas de desintoxicación del norte de México han sido atacadas por carteles de la droga que ven en ellas un escondite, hasta ahora seguro, de sicarios rivales.

El asesinato de Sergio Vega llega cuando el Gobierno de Felipe Calderón intenta restaurar la imagen de México, muy deteriorada por la situación de extrema violencia que sufre el paí­s. El Ejecutivo pide contención a los medios en la divulgación de noticias. Un portavoz autorizado explicaba hace dí­as a este periódico: «No queremos que piensen que queremos restablecer la censura que aquí­ se vivió en la época del PRI, pero sí­ hacer un llamado de atención: con la divulgación sin control de ese tipo de noticias se le está haciendo un favor al narcotráfico. Ellos quieren implantar el terror. Y los medios se convierten sin quererlo en un altavoz de ese propósito. Ya sabemos que es difí­cil de informar cuando acribillan a 16 muchachos en Juárez…». O cuando matan a un famoso cantante, o cuando son más de 900 los niños muertos por el fuego cruzado…