Los transportes públicos y el tráfico aéreo y ferroviario se vieron un poco perturbados hoy por una huelga general lanzada por el principal sindicato italiano (CGIL), que afirmó haber reunido a un millón de manifestantes contra el plan de austeridad del gobierno de Silvio Berlusconi.
En Roma y Nápoles (sur), la circulación de los autobuses y metros se vio un poco afectada por la mañana, mientras que en Milán (norte) se previó un cese de trabajo de cuatro horas al final de la jornada.
La compañía ferroviaria Ferrovie dello Stato afirmó que el tráfico era normal en las líneas de medida y larga distancia.
Según la Filt, el sector del transporte del sindicato CGIL, el índide de adhesión a la huelga fue «muy elevado», con «86 vuelos anulados hasta el mediodía en el aeropuerto romano de Fiumicino».
Sin embargo, fuentes aeroportuarias hablaban de solo una media docena de vuelos suprimidos.
La Filt afirmó que en Roma y Nápoles las líneas de metro fueron bloqueadas y que cerca del 50% de los autobuses no circuló. Según Atac, que administra los transportes en Roma, hubo un 38% de huelguistas pero los autobuses circularon.
Las manifestaciones reunieron, según el CGIL, a más de un millón de personas, entre ellas 100.000 en Bolonia (norte), 80.000 en Milán y 70.000 en Nápoles).
«Es un plan desequilibrado. Somos los asalariados peor pagos de Europa. Con su plan, el gobierno golpea a aquellos que no tienen fuerza», lanzó a la AFP un jubilado presente en la manifestación en la Plaza Farnese de Roma, donde se reunieron 40.000 personas según la CGIL.
No se dieron a conocer cifras sobre el porcentaje de huelguistas. Según el ministro de la Función Pública, Renato Brunetta, «sobre un muestrario del 10% de los asalariados, 1,91% habían adherido a la huelga» a media jornada.
«Espero que sea la última huelga, vista la débil participación», declaró el ministro de Trabajo Maurizio Sacconi.
Por el contrario, para la izquierda, «la extraordinaria adhesión a la huelga confirma que hay un real y profundo malestar en todo el país», subrayó Rosy Bindi del Partido Demócrata.
«Â¡Son siempre los mismos los que hacen los sacrificios! Este plan de austeridad afecta a los más débiles y enriquece a los más ricos», lanzó un manifestante en Milán.
La cura de austeridad del gobierno, decidida para sanear las finanzas y tranquilizar a unos mercados preocupados por el endeudamiento italiano (más del 118% del PIB), prevé recortes por 24.900 millones de euros (unos 30.600 millones de dólares) para los años 2011 y 2012.
Este plan prevé, entre otras cosas, una reducción del gasto público a través de una congelación por tres años de los salarios de los funcionarios, una reducción del 10% del presupuesto de los ministerios y las ayudas a las colectividades locales, al igual que un reforzamiento de la lucha contra la evasión fiscal.
«Este colectivo presupuestario debe ser cambiado porque son solo los trabajadores, las administraciones locales y los ciudadanos los que sufren las consecuencias», declaró la número dos del CGIL, Susanna Camusso, en Bolonia.