Sobrellevan tragedia por el Mundial


Refugiados esperan la ayuda humanitaria, luego del desastre. AFP PHOTO / Evaristo SA

Las lluvias arrasaron con ciudades enteras del nordeste de Brasil, pero hubo algo con lo que no pudieron: la pasión inquebrantable de los brasileños por el fútbol. E incluso aquellos que perdieron todo en las inundaciones, hací­an lo imposible por ver el partido Brasil-Portugal hoy.


Maciel Martí­n está alojado junto a otras 197 personas en la escuela municipal que ahora oficia de refugio en Uniao dos Palmares, una localidad devastada a 80 km de Maceió, la capital del estado nordestino de Alagoas.

En el medio del patio, tiene dos televisores desarmados. Los está limpiando y secando al sol. Tiene pocas esperanzas de que funcionen para ver el encuentro de la «seleí§ao» con Portugal. Pero aún así­, sigue concentrado y esperanzado en su tarea.

«Vamos a ver que da. No creo, pero de repente…» funcionan, dijo a la AFP. «Quedaron bajo el agua» y se arruinaron los dos, explicó.

De todos modos, será difí­cil saber si funcionan, pues no hay energí­a eléctrica la mayor parte del dí­a en la localidad.

En algunos locales públicos destinados a centenares de evacuados, la electricidad va y viene. En el gimnasio de la ciudad, hay un pequeño televisor a color funcionando, y todos rezan para que mañana el juego se vea en esa diminuta pantalla.

Si no, la opción son los locales comerciales que tienen generador, explicó Maciel.

Thiago, de 11 años, alojado en uno de estos centros con su familia, cree que «Brasil va a ser campeón». Marí­a Eduarda, de nueve años, opina lo mismo, pero su amigo Juber, también de 11 años, dice que «Portugal va a ganar» el viernes y que será el campeón del Mundial.

Unidos en la tragedia de haber perdido todo lo material que poseí­an, habitantes de ciudades como Rio Largo, Branquinhas, Uniao dos Palmares o Santana do Mundaú, todas cercanas a Maceió, se aferran a la selección, que podrí­a darles, tal vez, una alegrí­a en medio de tanto sufrimiento.

Es difí­cil hacer una estimación, pero de cada cinco personas que circulan por las ciudades visitadas por periodistas de la AFP en la zona de desastre, probablemente una de ellas tenga puesta una camiseta «verdeamarela»; un poco de color en medio de las ruinas.

Incluso algunas decoraciones con los colores de la bandera brasileña destinadas a las fiestas de San Juan este 24 de junio, serí­an dejadas en espera de los resultados del seleccionado en la Copa del Mundo. Varias guirnaldas y banderines lograron escapar del agua, atados a lo alto de columnas, un recordatorio de una fiesta que no pudo ser.

Algunos saben que no podrán ver el partido, pero aún así­ se las arreglarán para ser partí­cipes de 90 minutos que paralizarán, una vez más, a este paí­s de 190 millones de fanáticos del deporte rey.

Janaina, de 18 años, está sentada sobre las tejas que pudo recuperar de lo que fue su casa, totalmente derruida bajo sus pies. Tiene puesta una camiseta embarrada con una leyenda que reza «Fuerza Brasil!», y alentará a su equipo a la distancia, con el único medio de que dispone: «Radio y pilas», afirma con una sonrisa.

Su vecino Vanderley, de 35 años, cree como casi todos que el Brasil de Luis Fabiano derrotará al Portugal de Cristiano Ronaldo.

Asegura que alentar al equipo es obligatorio: «Beber café y alentar. Es lo que tenemos. Porque no tenemos nada más».