Colom se contagió del entusiasmo mundialista


En estos dí­as todo mundo habla de fútbol y el Presidente no tiene por qué ser la excepción. Por ello al referirse a las bajas de tres ministros en una semana, más la destitución de un secretario de la Presidencia, recurrió a comparar su equipo con un conjunto de fútbol y dijo que es normal que algunos jugadores se cansen, se lesionen o se enfermen y por eso es que se producen los cambios. Dijo que el único que no se puede cansar ni retirar es él, quien supuestamente tiene el cargo de director técnico porque es, en teorí­a, en quien recae la responsabilidad de dirigir al equipo.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

Y como todos andamos con la fiebre del Mundial y pensando en fútbol, uno reflexiona que a lo mejor tiene razón el mandatario y que su equipo es como uno de fútbol. En ese sentido, es obvio que el Presidente es poco conocedor del deporte, porque tendrí­a que saber que cuando un equipo tiene que quedarse únicamente con suplentes está condenado al fracaso y que generalmente pierde todos sus partidos. Los equipos exitosos, cuando tienen una baja, hacen contrataciones brillantes para sustituir al que se va con alguien que no sólo ocupe el lugar sino que pueda ofrecer mejores expectativas. Evidentemente el equipo de Colom carece de un buen comité de contrataciones por lo que apenas si pueden echar mano de suplentes que estaban calentando banca. El otro problema que salta a la vista, en términos futboleros, es que el equipo de Colom se parece mucho a la última Selección francesa, donde cada quien trataba de tirar por su lado, con agendas muy particulares y sin que el director técnico, el petulante Raymond Domenech, lograra imponer un liderazgo contundente que le diera sentido a la labor de conjunto. Y como Domenech era, además de petulante, inútil, se terminó imponiendo tras bastidores la figura de Zinedine Zidane, convertido en el mero mero, quien de verdad mandaba. Las similitudes a lo mejor son pura coincidencia. Pero en lo que está total y rotundamente equivocado Colom es en creer que los entrenadores son los que no pueden irse y se tienen que quedar hasta el final. Si supiera un poquito, apenas una miseria, de lo que es el fútbol, sabrí­a que en ese deporte se impone la lógica y que cuando un equipo no funciona, el primero que se va al chorizo es precisamente el entrenador porque ahí­ no caben las excusas tontas y pueriles. El responsable tiene que asumir precisamente eso, su responsabilidad, y a diferencia de otras actividades en las que no hay lógica ni sentido común, el fútbol tiene la maravilla de que sí­ pasa facturas. El equipo de Colom, eso que ellos definen como el Gobierno de ílvaro Colom, ha perdido a varios de sus jugadores por distintas razones. Ahora perdió al centro delantero que era el ministro de Finanzas, quien si bien no tení­a dribling ni moví­a la cintura, al menos sabí­a dónde estaba el arco. Ahora bien, en este paí­s el portero es el ministro de Gobernación y en ese campo sí­ que el seleccionador ha sido un desastre. Al mejor lo quebraron y su suplente fue cambiado por Zidane, quien impuso a un arquero que solo embolsaba, práctica en la que lo superó su sucesor. Hoy hay un cronista deportivo que conoce el tema y que a lo mejor hace mejor las cosas, pero llegó tarde para impedir la goleada. Y mientras tanto, el utilero del equipo goza entrando al estadio haciendo bulla, para que lo vean, aunque todos saben que ni picha ni cacha, pero quiere estar en la conferencia de final del partido como si fuera la estrella. Es cierto que hablar de fútbol siempre ha sido apasionante.