Casi cuatro años después de haber elegido la guerra para luchar contra «el eje del mal» en Irak, Estados Unidos duda ahora entre la negociación con una poco fiable Corea del Norte y una estrategia de dureza para hacer frente a su tercer enemigo: Irán.
Los acontecimientos de los últimos días crearon cierto desconcierto porque parecen revelar dos actitudes diferentes frente a situaciones análogas: mientras acepta dialogar con el régimen de Pyongyang, persiste en mantener una posición de intransigencia con Teherán.
«Creo que no hay que dar plazos a dictadores y tiranos», dijo en 2004 el presidente estadounidense, George W. Bush, refiriéndose al presidente del régimen estalinista norcoreano, Kim Jong-Il.
Mucho ha llovido desde entonces: Irak se transformó en una sangrienta pesadilla para Estados Unidos, se deterioraron las relaciones con un potente rival en Oriente Medio como Irán y Corea del Norte experimentó una bomba atómica que creó cierta alarma en Occidente.
Esa acelerada evolución del contexto internacional permite entender el acuerdo del martes pasado con Corea del Norte, que aceptó cerrar su principal instalación nuclear a cambio de una millonaria ayuda energética y la promesa de entablar relaciones diplomáticas con Washington.
Bush «parece haber comprendido que, a veces, tiene que negociar con tiranos porque otras opciones como la guerra o ver como gobiernos impredecibles se hacen con bombas atómicas, son aun peores», afirma el experto estadounidense David E. Sanger.
Lo ha comprendido con amargas lecciones: el desastre de su ofensiva en Irak y la derrota en las elecciones de noviembre de 2006 que dieron la mayoría en el Congreso a sus rivales demócratas.
«Quiere cerrar su mandato con, al menos, un triunfo diplomático, por pírrico que sea», opina Sanger en referencia a un pacto que no obliga a Pyongyang a desmantelar las bombas atómicas que ya posee ni suspender su programa secreto de enriquecimiento de uranio para seguir fabricando el arma suprema.
Para éste y otros analistas, Bush «necesita una vía de escape» y algunos funcionarios dejan entender que -por eso- ahora parece dispuesto a recurrir a la negociación también con Irán.
Estas voces se basan en su declaración después del acuerdo con Corea del Norte, donde el Presidente se negó, cuidadosamente, a culpar al régimen de los ayatolás del envío a Irak de proyectiles de fabricación iraní.
«Aún es pronto para dialogar con Irán», dijo para inmediatamente subrayar que «se están obteniendo progresos» en las negociaciones con Teherán.
También sostuvo, sorpresivamente, que «la diplomacia internacional» es «la forma más eficaz para convencer a los iraníes» a renunciar a su programa nuclear.
Sin embargo, diplomáticos cercanos a la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) dudan de que Estados Unidos pueda o desee aplicar la negociación al caso iraní.
«Corea del Norte no cambia en nada el tema de Irán. Son dos países diferentes en contextos diferentes», declaró un alto diplomático europeo en Viena, sede de la AIEA, al destacar el papel de Teherán como potencia regional en Oriente Medio y sus enormes recursos petrolíferos.
Es más, para Mark Fitzpatrick, experto en no proliferación del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres (IISS), la negociación con Corea del Norte puede ser «un peligroso precedente» que podría envalentonar a Irán.
Fitzpatrick sospecha que Teherán puede sentirse tentados a aplicar la política de la provocación norcoreana para «ser tomado en serio».
Otros analistas, cambio, consideran que Irán no repetirá el «error estratégico» cometido por los norcoreanos con su experiencia nuclear de hace cuatro meses.
Ese ensayo mostró al mundo que, efectivamente, tienen armas atómicas, pero les acarreó la enemistad de China, que decidió quitarle un sostén incondicional que mantenía desde hace casi seis décadas y apoyar a Washington. Irán, por el momento, cuenta con el «paraguas» protector que representa el apoyo de China y, sobre todo, de su principal socio económico, Rusia.
Muchos expertos destacan los deseos de Bush de conservar una buena relación con Pekín y Moscú durante lo que le queda en la presidencia, para que cuando se produzca una nueva escalada con el régimen de los ayatolás, los estadounidenses ya estén «distraídos» con otra elección presidencial.
El guía supremo iraní, el ayatola Alí Jamenei, afirmó hoy que el programa nuclear es «el futuro y el destino» de Irán, rechazando así las críticas de quienes consideran que este programa costará caro al país.
«La energía nuclear es el futuro y el destino del país», afirmó el ayatola Jamenei citado por la televisión estatal.
El número uno iraní, según la televisión, criticó a quienes «con visiones superficiales y estrechas, estiman que la energía nuclear no es necesaria para el país, a ese precio».
Piden que se respete derecho
Los parlamentarios de la Organización de la Conferencia Islámica (OCI) pidieron anoche «el respeto» del «derecho inalienable» de Irán a la energía nuclear, al término de dos días de reuniones en Malasia.
La OCI «pide el respeto total de los derechos inalienables de todas las naciones en la exploración de tecnologías modernas, incluida la energía nuclear con fines pacíficos», declararon los parlamentarios en un comunicado final.