No importarí­a si hubiera una polí­tica de Estado


Vuelvo hoy a mi espacio luego de tres dí­as de ausencia por una de esas gripes que gracias a Dios no son frecuentes porque lo sacan a uno de circulación. Y la noticia del dí­a es, obviamente, la renuncia de los ministros de Finanzas y de Energí­a y Minas, puesto que se ratifica la fragilidad del Gabinete de ílvaro Colom no sólo por la existencia de varias agendas muy influyentes en el seno del mismo gobierno, sino por la ausencia de coherencia polí­tica de Estado.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

El Ministro de Finanzas estaba en situación débil desde que se supo de las discrepancias con respecto al presupuesto para este año con la esposa del Presidente, que es un auténtico poder tras el trono. La no aprobación del presupuesto en el Congreso fue promovida por la señora Torres de Colom que prefirió trabajar con el del año anterior porque tení­a más asignaciones, lo que fue considerado no sólo como un error sino como un peligro serio para la estabilidad fiscal por el Ministro Fuentes Knight. Finanzas siempre ha sido un ministerio sometido a enormes presiones porque es el que maneja los recursos y al que se le hacen los requerimientos de fondos para cualquier gasto público. Y Fuentes Knight no se libró de las presiones que en este gobierno son mayores porque la debilidad de carácter del mandatario hace que los otros factores influyentes dentro del Ejecutivo, especialmente la esposa del presidente y Gustavo Alejos, deban ser tomados en cuenta. Fuentes Knight no era del partido de ílvaro Colom, pero habí­an sido compañeros de colegio y la experiencia de éste en el tema fiscal y la necesidad de contar con alguien que gozara de cierto respeto dentro del sector privado fueron factores decisivos para su designación. Pero hay que tener en cuenta que se trata de un burócrata internacional que no arriesgará su futuro si siente que está siendo sometido a presiones que pudieran significarle en el futuro algún problema de imagen y de esa cuenta muchos estimaban que la permanencia del Ministro en el Gabinete no podí­a asegurarse. En el caso de Meany fue uno de los más consistentes financistas de campaña de Colom y estuvo con él en sus anteriores intentos por llegar a la Presidencia. Su identificación con el sector empresarial fue manifiesta tanto en los temas energéticos como en los de minerí­a y por lo tanto su salida se tiene que ver en el contexto de que era difí­cil para él avalar la decisión de acatar lo resuelto por la CIDH en el caso de la mina Marlin. El problema ahora es que quienes llegan no encuentran una polí­tica definida porque la misma no existe. Cada uno de los nuevos ministros empezará a trabajar de acuerdo a su propia agenda, tras aprender los vericuetos del dí­a a dí­a en el chance, y eso significa que de alguna manera hay retrocesos que a menos de año y medio de las elecciones pueden ser irreparables. El argumento que culpa al Congreso de no haber apoyado la polí­tica fiscal de Fuentes es falaz porque el Congreso ha funcionado como maquinita bien aceitada en cuestiones como el rechazo a aprobar el presupuesto de este año y la carretera en la Transversal del Norte. Cuando se orienta debidamente a los diputados, como lo ha demostrado Colom en casos que son de especial importancia para él y los planes de su esposa, siempre logran el cometido, de donde la salida de Fuentes más parece un sano corte para no verse sometido a presiones que mañana le podrí­an pasar una factura impagable de cara a su dependencia de organismos internacionales.