Las relaciones públicas y los relacionistas


Los gobiernos, el sector privado, los funcionarios, las personas en lo individual han comprendido que ya no es de forma espontánea como se producen las relaciones públicas, que es derivado de ellas la imagen, la percepción que de un gobierno, de una cámara, de un dirigente público o privado e inclusive de personas individuales.

Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

Debemos recordar que es la disciplina a cargo de gestionar la comunicación entre una organización o persona individual y el público; que la misma se utiliza para construir, administrar y mantener una imagen positiva de un gobierno, de un funcionario público o privado, de una empresa y de un individuo en particular o para destruirla.

También es la forma de comunicarse bidireccional por un lado se dirige al público y por el otro lado se escucha y atiende las opiniones que se reciben del público, logrando así­ una conexión que permite una potente ventaja a la hora de pretender el posicionamiento de la persona, que así­ como se usa para construir también se usa para destruir.

Las relaciones públicas son por tanto el conjunto de acciones de comunicación estratégica, coordinadas y sostenidas a lo largo del tiempo, conllevan distintas técnicas de publicidad para complementar y reforzar el entorno social, la personalidad de un funcionario privado o público; es decir, de una persona en general.

La finalidad principal de las relaciones públicas es de gestión interna, de gestión externa, de gestión humana, de análisis y comprensión de la opinión pública. Las relaciones públicas son equivalentes al llamado lobbismo e involucran a los medios de comunicación, sean estos diarios, revistas, radios, televisión e Internet.

En los paí­ses desarrollados, el lobbismo, las relaciones públicas y quien las ejerce está sujeto a normas legales, debe inscribirse en un registro del Estado e indicar a quienes representa, cuáles son sus honorarios y cuáles son sus objetivos. Esto evita que se produzcan acciones con falta de ética e inclusive acciones inmorales e ilegales. El no registrarse es un delito.

Como paí­s en ví­as de desarrollo, Guatemala debe emitir normas que regulen y rijan las relaciones públicas que permitan saber quiénes son los relacionistas, cuáles son sus honorarios, sus objetivos, qué acciones o reuniones han tenido con el presidente, vicepresidente, diputados, ministros, alcaldes, concejales y funcionarios públicos. También deben informar qué reuniones han tenido con los dueños, accionistas o representantes legales de los medios de comunicación, así­ como qué gastos e inversiones han hecho para cumplir con los objetivos de sus respectivos clientes.

En Guatemala no es un secreto que durante varios años hay personas que se han dedicado de forma onerosa a ser relacionistas públicos, lobbistas, tanto para lograr resultados en el Estado como en y a través de los medios de comunicación social, también para enturbiar o inclusive destruir la imagen de personas que fungen o han fungido como funcionarios públicos, como dirigentes empresariales, incluso como inversionistas en el paí­s. Un claro ejemplo de alguien que ha vivido en esto es Julio Ligorrí­a, quien ha engordado y engordado su persona actuando en ese tema nacional e internacionalmente, sólo él sabe si lo ha hecho legal y éticamente.