Los cobros por llamadas a operadoras mueven a dudas


Son muchos e interesantes los temas que surgen a diario hasta en los confines del territorio nacional, de los cuales se informa y comenta en los diferentes medios de comunicación.

Marco Tulio Trejo Paiz

No siempre es posible informar y emitir opiniones en forma exhaustiva sobre esos temas, pero a los de gran resonancia se les da seguimiento y, por lo regular, no faltan las cortapisas o lo convenenciero para que no salga a luz lo que interesa a la colectividad.

Entre la maraña temática de referencia hay problemas que pueden ser considerados anodinos o insignificantes, pero que afectan en una u otra forma a no pocas personas que utilizan servicios que casi por lo general son necesarios aunque no indispensables, al menos para la pobrerí­a.

Tocamos en esta oportunidad, para ejemplificar, el tema de los servicios de comunicación que presta TELGUA, empresa constituida por capital mixto (extranjero y guatemalteco). El caudal de mayor cuantí­a es de inversionistas de otros lares…

Y dejamos ya el breve preámbulo para entrar de lleno con relación a las dudas que flotan en el ambiente acerca de los cobros que hace TELGUA a los usuarios de su servicio por «llamadas a operadores». Hay, también, otros rubros algo incomprensibles.

Son numerosos los usuarios de la telefoní­a que dicen no hacer llamadas a operadores de TELGUA. Lo que creen que ocurre es que el motivo de los cobros que se hacen mensualmente obedecen a que cuando levantan el auricular y marcan determinados números se escuchan voces femeninas grabadas que unas veces dicen «teléfono ocupado» y otras que llame después porque está recargado el respectivo aparato al que se llama, o algo por el estilo se informa a secas mediante la grabación con voz de mujer no muy juvenil…

Esas explicaciones grabadas, lógicamente no pedidas, se dan cuando, según se infiere, se está ejerciendo control de comunicaciones con dependencias oficiales, grandes empresas particulares y personas individuales que con no poca frecuencia hacen o reciben llamadas de su interés. Y cada interferencia «aclaratoria», muy desagradable y tediosa por cierto, tiene un precio que va de 54 a 75 centavos o más, según las distancias jurisdiccionales donde funcionan los aparatos telefónicos.

De manera que lo que interesa a TELGUA, se supone, es aprovechar la coyuntura para inflar el contenido de sus facturas, porque nadie ignora que cuando está ocupado un teléfono hay sonidos que indican que ese aparato, o está ocupado o no está funcionando por falta de pago o porque ha sufrido desperfectos. Por consiguiente, las interferencias de las grabaciones en mención pueden tener el pecado de la arbitrariedad.

No obstante lo que decimos, que posiblemente elimine en parte o por completo las dudas en cuanto a los cobros de TELGUA por «llamadas a operadores», estimamos conveniente y procedente que el ente empresarial de las comunicaciones a través de la telefoní­a informe a tí­tulo aclaratorio las cosas que estamos comentando con base en las quejas de la millonaria masa de usuarios del citado servicio.

Consideramos pertinente y justo lo que alguna vez hemos dicho en este espacio de LA HORA: Que TELGUA ha mejorado las comunicaciones telefónicas en nuestro paí­s, contrariamente a lo que sucedí­a cuando ese importante servicio lo prestaba GUATEL. Entonces campeaba corrupción para obtener la instalación de teléfonos y también habí­a mucha deficiencia. Ahora hay atención cuando «enmudecen» los aparatos.

TELGUA debe explicar el porqué de lo que se carga contra el peculio de los usuarios de la telefoní­a en cuanto a las dudosas llamadas a operadores-ras. Así­ los que hablan por teléfono podrán soportar con comprensión -resignadamente- el agobio que, además de otros, les han provocado tantas pesadillas.

Y una sugerencia que puede ser aceptable: No debe abusarse en lo que hace al uso del teléfono. Las llamadas deben hacerse lacónicamente, a lo telegráfico, porque, digamos, el teléfono es para emergencias, no para conferencias. Así­, incluso, se respeta a las personas que se mantienen ocupadas en sus quehaceres habituales.