Hambre


A pesar de que en la actualidad se produce más comida que nunca antes en la historia, el veloz aumento del precio de los alimentos, los ha convertido en inasequibles para amplios segmentos de la población en Latinoamérica, Asia y ífrica, a quienes no les alcanzan los recursos para obtenerlos.

Roberto Arias

En la agenda de la cumbre del G8, celebrada del 7 al 9 de julio de 2008 en Hokkaido (Japón), hace ya casi dos años, sobresalí­an tres temas fundamentales: economí­a mundial (aumento de los precios del perí­odo y de los alimentos), cambio climático y desarrollo en ífrica, primordialmente. Se calcula que en la actualidad hay unos cien millones de personas en el mundo que literalmente pasan hambre.

Según un texto de Ester Vivas: «De hecho, las medidas que promueven los lí­deres mundiales son, precisamente, las mismas que nos han conducido a la situación de hambruna: apertura indiscriminada de los mercados, intensificación y sobreproducción agrí­cola destinada a la exportación, subvenciones a la industria agroalimentaria, etc.»

Los paí­ses más poderosos del mundo han hecho las mismas promesas que generalmente hacen en este tipo de cumbres, pero todo queda en palabras insustanciales, que más utilizan como propaganda a través de los medios internacionales de prensa.

En Guatemala, principalmente, el hambre sigue siendo un azote que crece imparable, mientras la depredación sigue campeando también imparablemente a través de los gobiernos sin que alguien pueda efectivamente meter las manos, para ponerle un alto, sin quemárselas.

Algunos de los paí­ses poderosos que fueron a hacer promesas vanas a la cumbre del G8, celebrada del 7 al 9 de julio de 2008 en Hokkaido (Japón), que hablaron e hicieron promesas con respecto a la reducción de contaminantes, son quienes llevan a cabo la depredación de la República de Guatemala, con la respectiva y grosera contaminación ambiental, al amparo de las autoridades de turno, quienes se embolsan cantidades inimaginables de dinero a cambio de la venta, literalmente, de los recursos no renovables del paí­s, bajo condiciones denigrantes para la República y para los guatemaltecos.

Una solución para mitigar de alguna manera la hambruna que azota a Guatemala y a los paí­ses pobres del Sur, incluyendo Asia y ífrica, es prohibiendo la especulación en los precios de los alimentos y la contaminación por medio de la minerí­a a cielo abierto, así­ como hacer esfuerzos eficaces y eficientes para frenar la explosión demográfica.

Debe considerarse como una buena táctica el actual programa de Cohesión Social o «Deuda social» como le denominó Vinicio Cerezo en su momento para enmarcar una figura similar, aunque actualmente, de acuerdo a medios de comunicación, carece de total transparencia y se especula que hay fugas económicas por ese medio. Sin embargo, a pesar de los pesares el programa sigue su marcha y adicionalmente debe también atajarse la hambruna a través de la propuesta en el párrafo anterior.

Es necesario encontrar las herramientas y la forma de alimentar a los sectores más pobres de Guatemala, porque como se ve el panorama hacia el futuro y, tal y como se experimentó con ratas en laboratorio con respecto a la falta de espacio, alimento y explosión demográfica, los guatemaltecos podrí­an encaminarse hacia la hecatombe.

No debe ponerse en el saco del olvido lo que nos dice la historia respecto a situaciones similares de donde emanaron múltiples leyendas y muchas duras realidades, como Robin Hood y la Revolución Francesa.