La fiesta amarga de los vigilantes de los estadios


«No se trata a la gente como monos»: los guardias de seguridad de estadios como el de Durban o el Ellis Park de Johannesburgo, sedes del Mundial-2010 de futbol, acusaron a sus jefes de explotarles y de pagarles cantidades de miseria.


«No querí­amos llegar a tanto», señala un empleado de la empresa de seguridad privada Stallion, concentrado junto a unos cincuenta compañeros en el estadio Moses Mabhida de Durban.

«Querí­amos que la fiesta siguiera siendo una fiesta. Pero nos tratan realmente demasiado mal», añade con cierta amargura, pidiendo quedar en el anonimato. «Se aprovechan de que somos pobres», subraya.

El enfado, que fue creciendo en la última semana, estalló el domingo por la noche, con motivo del Alemania-Australia (4-0). Un grupo de 400 guardias organizaron una manifestación espontánea por sus reivindicaciones salariales, que terminó con la intervención de los agentes antidisturbios.

El lunes, sus colegas de Ciudad del Cabo fueron a la huelga tres horas antes del inicio del partido Italia-Paraguay (1-1), lo que obligó a recurrir de urgencia a la policí­a para garantizar la seguridad de los hinchas.

El motivo de su enfado era claro: les habí­an prometido un salario diario de 180 rands (17 euros) y una prima especial, pero dicen que sólo cobraron 120 rands.

Selby Khanyile, que vive en KwaMashu, a 20 kilómetros del lugar donde trabaja, paga 30 rands (3 euros) por su transporte ida-vuelta y debe también traer su comida. Su salario diario es de 150 rands (15 euros), en teorí­a a cobrarse todos los viernes, pero dice que aún no recibió nada.

«Me gusta este trabajo, protejo a los visitantes y todos estamos orgullosos de acoger el Mundial a todos estos turistas. Pero francamente… Deberí­an pagarnos más», afirma. «Si pides más dinero, estás despedido», precisa Khanyile, que es consciente de que pronto volverá a estar desempleado.

Contratado por Enforce, que asegura la seguridad de la zona para hinchas de Durban, no planea unirse a las protestas de sus compañeros en el estadio Moshes Mabidha porque no quiere arriesgarse a perder o ver reducido el salario, por bajo que sea.

El lunes, los empleados de seguridad de Johannesburgo decidieron unirse al movimiento de protesta.

Cientos de guardias se agolparon ante el centro de acreditación del Ellis Park antes del partido Brasil-Corea del Norte. El ambiente era festivo, con danzas y cánticos, pero sus palabras eran menos alegres.

«La empresa recibe mucho dinero de la FIFA y nosotros sólo cacahuetes», dice a la AFP uno de los manifestantes.

Otros van saliendo del edificio con un sobre. «Son 250 rands como finiquito. Nos han despedido. Es una rotura de contrato. Tenemos derechos y vamos a tratar de llevar a Stallion a los tribunales», dijo.