Vicente Vásquez: «Para el escritor desconocido, sólo le queda la aventura de la autoedición»


Vicente Vásquez Bonilla, escritor guatemalteco.

José Barrera

Vicente Vásquez Bonilla es, para su mala suerte, un escritor guatemalteco quien, además de semejante padecimiento, llega al colmo de vivir en Guatemala. Doble problema. Si haber nacido y crecido en este paí­s es ya una especie de maldición, sobre todo para un creador, vivir en él es la gota que derramó el vaso. Vicente (Chente para quienes lo conocemos) es un hombre de trato sencillo, afable, tranquilo, no exento de cierta actitud muy tí­pica del chapí­n, pues este escritor a veces da toda la impresión de querer pasar desapercibido. Creo que vivir entre connacionales le ha enseñado a ser cuidadoso, prudente, capaz de sopesar la fuerza del silencio. Chente sin embargo, al escribir, sorprende ya que este intelectual introvertido se transmuta y sabe ser jocoso, burlesco, ágil en el decir, muy plástico y agudo al calcar personajes, maneras de hablar y tipos psicológicos.


No sé por qué al leerlo pienso en José Milla, me da toda la impresión de un espí­ritu que contempla la realidad que le rodea (sobre todo la humana) con ironí­a, paciencia y una burla regocijada. Como buen antigí¼eño (nació en 1939) Vicente parece ver la realidad desde el sueño, desde un tiempo apacible y amistoso.

Lamentablemente nuestro entrevistado es un buen escritor y -«en el buen sentido de la palabra» como dirí­a Antonio Machado- es también una buena persona y eso por supuesto lo condena, en nuestro medio, a estar marginado, más o menos olvidado. Mientras muchos mediocres brillan y sobresalen (la corrupción entre nosotros también llega al arte de manera principal a través de la polí­tica y sus sectarias ideologí­as) Chente vive su vida con una actitud paciente y una leve sonrisa, esa sonrisa de quien sabe que la poesí­a al final siempre vence.

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-Pregunta: Chente, vos sos un ingeniero que es escritor o un escritor que es ingeniero. La historia de la literatura esta llena de militares, burócratas, médicos, abogados o autodidactas, sin embargo, la pregunta se impone: ¿no hay contradicción entre tus dos profesiones, entre el cálculo pragmático tí­pico del oficio de ingeniero y, lo que podrí­amos llamar, la actitud emocional necesaria en el arte de las palabras?

-Respuesta: Soy un escritor que es ingeniero. Empecé a escribir antes de ingresar a la Universidad de San Carlos. Pero como hay que «comer» y la escritura en contadas ocasiones da para la prosaica pitanza, tuve que buscar una profesión que me garantizara la supervivencia durante mis años «productivos». Ahora estoy jubilado de esa profesión, no así­ del deseo de continuar escribiendo, lo que pretendo hacer hasta que el numen funcione. Por otro lado, no creo que haya contradicción alguna entre mis dos profesiones. El ser humano tiene la capacidad para «desdoblarse» mentalmente y atender dos o más actividades que requieren de la destreza manual o intelectual, según sea el caso.

Los cálculos matemáticos y las palabras surgen del pensamiento reflexivo y cada uno da sus deseados frutos.

-P.: ¿Desde cuándo escribí­s y qué es la literatura para vos, qué representa en tu vida?

-R: Escribo desde los años sesenta. El primer cuento que me publicaron fue: La última frontera, el 7 de Septiembre de 1969 en el Número 1,105 de La Hora Dominical, semanario lamentablemente ya desaparecido. Este cuento lo rescaté del olvido gracias a la prolongada y paciente búsqueda que realicé en los archivos de nuestra Hemeroteca Nacional.

Para mí­ la literatura es una manera de vivir y de disfrutar del don de la palabra. Y en mi vida representa una oportunidad de expresarme más allá de donde llega mi voz en el tiempo y en el espacio.

-P.: ¿Cómo ves vos el ambiente guatemalteco en relación a la literatura?, ¿es favorable, estimula al escritor, poeta o artista en general a producir o ser creativo?

– R: El ambiente creativo se lo hace uno a través del deseo, la entrega y el ilimitado trabajo.

En Guatemala existen varias «células» con caracterí­sticas afines y hermanadas por el deseable sentimiento de pertenencia, formadas por escritores o por miembros de otras ramas artí­sticas. Los miembros de cada conjunto trabajan, intercambian sus inquietudes y producciones en busca de aceptación y realización personal. No se enciende una vela para ocultarla, sino es como que no existiera; su luz debe iluminar en algún lugar.

Producir, ya es otro cantar. Me refiero a la producción formal o sea: publicar. Las oportunidades para el nuevo escritor o para el que prácticamente es desconocido, son pocas o nulas, debido a la pobre demanda de sus libros. Y si tienen la suerte de que se publiquen sus trabajos, son de escasa tirada y pueden pasar años, antes que se agoten. No hay que olvidar que, la labor editorial, es un negocio y que se sostiene a través de las ganancias. Si no produce ganancias, tampoco habrá publicación.

Para el escritor desconocido, sólo le queda la aventura de la autoedición; el bendito, pero escaso mecenazgo o el loteriazo de un golpe de suerte.

Del pobre habito de lectura del guatemalteco y del analfabetismo real o funcional, mejor ni hablemos.

-P: ¿Cómo llegó Vicente Vásquez al oficio literario, cómo descubrió su vocación?

-R: En mi niñez y temprana juventud, no existí­a el distractor de la televisión y su extensa parafernalia. Sólo quedaba el cine, al que no se asistí­a todos los dí­as y la amena lectura que estaba siempre al alcance de la mano.

Leer me entretení­a, me hací­a soñar y motivaba mi imaginación, haciéndome hilvanar mis propias historias mentales, luego pasé a escribirlas a mano o en las obsoletas máquinas de escribir. Labor tediosa, en donde para cada corrección habí­a que desechar hojas y hojas, rehaciendo todo el trabajo. Allí­ fue en donde surgió mi intermitente vocación, fluctuando entre el estudio, el trabajo y la creación.

-P.: ¿A cuáles escritores reconocerí­as como tus maestros, o sea, según tu criterio, quiénes serí­an aquellos que han dejado huella en tu obra?

– R: Todos los escritores, en algún momento, dejan algo. Siempre hay una chispa de genialidad, un momento afortunado o algo que, justo, toca el alma del lector.

Es injusto atribuir a unos pocos la huella que dejaron en mí­ y excluir a todos los demás. Pero sin fijar orden de precedencia, me veo obligado a mencionar a algunos, los que se me vienen a la memoria en este momento: Gabriel Garcí­a Márquez, Milan Kundera, Mario Vargas Llosa, Italo Calvino, Isabel Allende, José Antonio Carbonell Pla, Lupita Quiróz Athanasiadis, Marco Antonio -el bolo- Flores y un largo etcétera.

-P.: ¿Cuál serí­a, desde tu punto de vista, tu mejor obra y por qué?

-R: Siempre que estoy escribiendo, siento que mi mejor obra es la que estoy redactando en ese momento. Las demás, ya están fuera de la esfera de mi atención y algunas hasta olvidadas. Se ha dado el caso, que cuando estoy leyendo, por ejemplo, un cuento que escribí­ varios años atrás, no recuerdo como termina y con curiosidad continúo la lectura hasta «descubrir» el final. Sin embargo, hoy, creo que mi mejor obra es La verdá os hará libres, no sé si es porque tiene una sección meta literaria y otra de micro cuentos, tan de moda o por que es la más inmediata, aunque está a punto de ser desplazada por La visita del demonio.

-P.: ¿Tendrí­as algún consejo que dar a las nuevas generaciones de escritores o poetas guatemaltecos?

– R: Lean mucho. Escriban para sí­ mismos. Cultiven sus sueños. Autoproclámense escritores. No pierdan la humildad y mantenga la mente abierta a todas las crí­ticas, sugerencias u opiniones. No permitan que nadie, pero nadie, los aparte del camino elegido. Y contra viento y marea no dejen de soñar.

Finalmente, sí­ alguien les dice que son malos escritores, siéntanse orgullosos, hay infinidad de personas que no escriben y quisieran hacerlo como nosotros, además, los malos escritores cumplimos una importante función. Gracias a nosotros, sobresalen los buenos. Se han preguntado: ¿cómo descollarí­an si todos fuéramos buenos? No podrí­an ¡Serí­an parte del montón!

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Creo, apreciados lectores, que con esta breve entrevista virtual pudimos formarnos una rápida idea, una impresión del escritor Vicente Vásquez, por lo tanto los invitamos a conocer a dicho autor, es decir, a leerlo y adentrarse en su obra.

PUBLICACIONES


Algunas publicaciones de Vicente Vásquez

Los cuentos de Chente. Libro primero. Colección para que todo el pueblo lea. Editorial Oscar de León Palacios Guatemala, 1997

Los adultos también gatean. Cuentos Editorial Oscar de León Palacios Guatemala, 1998

La muerte es un acto prosaico. Cuentos Editorial Oscar de León Palacios Guatemala, 2004

La vida es sencilla. Novela Editorial El Arco Guatemala, 2007 ISBN: 99922-928-0-6

La profanación. Cuentos. Editorial El Arco. Guatemala 2009. ISBN: 978-99939-971-0-8

La verdá os hará libres. Cuentos. Editorial El Arco. Guatemala 2009. ISBN: 978-99939-971-1-5

COAUTOR

Escribamos cuentos. Editorial LetraRoja Publisher Orlando Florida USA 2008 ISBN: 978-09785841-4-6

ANTOLOGíAS EN QUE HA PARTICIPADO

Antologí­a de cuento, Lema Tzijonem. Fondo de Cultura Económica, 1a edición. 64 págs. 13.4 x 20.8 cm. Colección intercultural Luí­s Cardoza y Aragón. Guatemala, 2002

ISBN: 99922-48-19-X

Canto a un Prisionero. Antologí­a de poetas Americanos, homenaje a los presos polí­ticos en Turquí­a. Ottawa, Canadá: Editorial Poetas Antiimperialistas de América, 2005″. ISBN: 1-894879-10-4

Voces on line. Primera antologí­a del Club de Escritores.cl VL editores. 150 páginas. Santiago de Chile. 2005 Registro de propiedad intelectual: 150782 ISBN: 956.8513-00-0

Poetas y narradores del 2009. Instituto de Cultura Peruana Inc. Miami, Florida. 2009

Breví­simos Dinosaurios. Libro de micro relatos. Centro Cultural de España. Guatemala. 2009.

OBRAS INí‰DITAS:

La Tortuga andariega: Cuentos para niños. Próxima edición.