El desafí­o de Christiana Figueres en negociaciones sobre el clima


Jóvenes de Georgia se muestran de pie en una fuente, en el centro de Tbilisi. FOTO AFP / Vano SHLAMOV

La nueva responsable de la ONU sobre el cambio climático, la costarricense Christiana Figueres, se enfrenta al desafí­o de reflotar el enorme paquebote de unas negociaciones en las que participan más de 190 paí­ses y de no perder el rumbo de la lucha contra el calentamiento global.


Figueres, de 53 años, entrará en funciones en julio, pero, con paso decidido, ya recorre los pasillos del hotel Maritim de Bonn (Alemania) donde los negociadores de todo el mundo preparaban el viernes la cita de Cancún (México) de finales de noviembre, con la esperanza de superar el fracaso de Copenhague.

«Necesitamos un nuevo aliento», aseguran al uní­sono el negociador de Bangladesh, Quamrul Islam Chowdhury, y el jefe de la delegación francesa, Paul Watkinson. «El cambio de caras y de ideas puede contribuir a ello», agrega este último.

Christiana Figueres, que remplazará al holandés Yvo de Boer, quien dimitió en febrero tras cuatro años como director ejecutivo de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), se enfrenta al desafí­o de dar ese nuevo aliento.

Hija de un ex presidente de Costa Rica -cargo que también ocupó su hermano-, es la primera secretaria ejecutiva de la CMNUCC, foro mundial de negociación creado en 1994.

Pero, sobre todo, es la primera representante de un paí­s en desarrollo que ocupa esa función.

Este punto es crucial -incluso si el secretario ejecutivo está obligado a la neutralidad- debido a la gran desconfianza que las relaciones entre ricos y pobres generan en estas negociaciones.

«Una persona del sur en este tipo de negociaciones tranquilizará a la gente del sur», considera un negociador occidental.

Pero no todo el mundo comparte esta opinión. «Esto puede ayudar, pero puede haber un efecto bumerán. Habrá tal vez demasiadas expectativas y podremos salir decepcionados», explica.

Figueras conoce al dedillo las negociaciones sobre el clima. Desde hace 15 años forma parte de la delegación de Costa Rica, paí­s modélico en cuestiones medioambientales.

Esta mujer de mirada penetrante, alabada por su «energí­a», «competencia» y «autoridad», también conoce perfectamente los mecanismos de Naciones Unidas, sus virtudes y sus defectos.

«Sí­, la ONU es lenta. Sí­, la ONU es compleja, pero no veo otra alternativa», responde sin tapujos a quienes acusan a la organización de no ser el foro adecuado para la negociación sobre el cambio climático y sus potenciales efectos desastrosos para los paí­ses más vulnerables.

«Sólo la ONU garantiza que cada paí­s tenga una voz y un voto» en la negociación, explica durante un encuentro con periodistas en Bonn.

Pero también es consciente de los graves errores cometidos durante la conferencia de Copenhague en diciembre de 2009, que se saldó con un acuerdo de mí­nimos negociado a última hora por un pequeño grupo de jefes de Estado.

Asegura que esta situación no volverá a repetirse.

«Las negociaciones no fueron suficientemente transparentes», reconoce. «Es inevitable que un pequeño grupo se reúna a puerta cerrada e intente limar las divergencias. Eso volverá a ocurrir. Pero debemos estar atentos a que todos los intereses estén representados», agrega.

Aunque se define a sí­ misma como una optimista, Christiana Figueres advierte que no hay que esperar de repente un acuerdo global que solucione todos los problemas.

«La ciencia nos dice que el proceso deberí­a ser mucho más rápido de lo que es, pero la ciencia no debe tener en cuenta la realidad polí­tica y económica de los paí­ses», explica. «Ese es el milagro de las negociaciones».

NEGOCIACIONES El Mundial se cuela


El Mundial de fútbol, que empezó hace pocas horas en Sudáfrica, se coló este viernes en Bonn (Alemania) en las negociaciones de la ONU sobre el clima, con delegados luciendo camisetas de sus equipos y cambios de horario para ver el duelo Sudáfrica-México.

«Hemos presionado» para que las reuniones terminen antes del encuentro inaugural», previsto a las 16h00 locales (14h00 GMT), explicó a la AFP el jefe de la delegación del paí­s organizador del Mundial, Alf Wills, que reconoció que el tema del fútbol llevaba varios dí­as sobre la mesa.

«Hay una buena razón para irse temprano» del hotel Maritim, donde las delegaciones de más de 180 paí­ses discutieron durante 12 dí­as la manera de reducir el calentamiento global, explicaba el jueves otro negociador africano.

«Corremos el riesgo de que haya más mujeres que hombres en la sala», añadió.

Finalmente los organizadores accedieron a acortar la sesión plenaria, que deberí­a terminar hacia las 13h00 locales.

Wills, igual que otros miembros de su delegación, no dudó en ponerse la camiseta amarilla y verde de los Bafana Bafana, el equipo nacional, la misma que lucí­a Yvo de Boer, el responsable del clima en Naciones Unidas.

De Boer decidió llevar el número 17, una cifra que refleja, según él la esperanza de avanzar en las negociaciones en la próxima reunión sobre el clima prevista en Sudáfrica a finales de 2011.

Se tratará entonces de la 17ª gran conferencia de la ONU sobre el tema, después de la de Cancún a finales de 2010. La número 15, celebrada en Copenhague en diciembre de 2009, estuvo al borde del fiasco.