La petrolera británica BP sufría este jueves creciente presión del gobierno Obama para asumir responsabilidades por la peor catástrofe ambiental de la historia de Estados Unidos, a lo que se suma la preocupación de sus accionistas por sus consecuencias financieras.
Mientras, el enojo de los estadounidenses aumentaba, ampliamente alimentado por imágenes de la fuga submarina que sigue vertiendo millones de litros de crudo al océano y de aves y otros animales empetrolados.
La ira de las autoridades subía en paralelo. Funcionarios estadounidenses insistieron este jueves en que BP pague los sueldos de los trabajadores del Golfo de México cuyas actividades fueron suspendidas a raíz de la marea negra que provocó.
«El medio de sustento de la gente (de la región del Golfo de México) queda totalmente amenazado. Por eso toda esta gente ve su futuro derrumbarse. Es muy importante que BP se involucre y haga lo posible», declaró el jueves el alcalde de Nueva Orleans, Mitch Landrieu, al canal ABC.
«La mitad de nuestras familias vive de la pesca. La otra mitad, de la perforación petrolera y de gas en el Golfo de México», explicó.
Varias compañías petroleras empezaron a retirar plataformas de prospección del Golfo de México luego de que el presidente Barack Obama anunciara el 27 de mayo que se prolongaría por seis meses más la prohibición de otorgar permisos de perforaciones petroleras en alta mar.
El grupo ya gastó casi 1.500 millones de dólares en su lucha contra el gigantesco derrame de petróleo, pero la factura final del desastre podría alcanzar decenas de miles de millones de dólares.
Además, con una caída de más de 15% el jueves en la apertura de la bolsa de Londres, el hundimiento de las acciones de BP ha alcanzado ya el 50% de su valor desde el inicio de la marea negra en el Golfo de México hace siete semanas.
El presidente estadounidense se preparaba por su lado a recibir el jueves a las familias de las 11 víctimas de la explosión de la plataforma «Deepwater Horizon» el 20 de abril, operada por BP y causante del derrame petrolero.
Obama les presentará su «sincero pésame», según dijo su portavoz Robert Gibbs.
El presidente, que sin duda teme salir políticamente perjudicado de este asunto -como le pasó a su antecesor George W. Bush con el huracán Katrina en el año 2005-, volverá a la región del Golfo de México por cuarta vez la semana próxima.
También podría reunirse con el presidente de BP Tony Hayward por primera vez desde el inicio de la catástrofe, cuando éste vaya a Washington la semana que viene para participar en audiencias ante el Congreso, adelantó el canal televisivo estadounidense ABC.
En los Estados del sur del país, la desolación seguía afligiendo a muchas familias de pescadores, privadas de sus medios de subsistencia.
«Nadie nos puede decir cuánto tiempo durará» esta situación, lamentó Clarice Friloux, una de las afectadas. «No pueden garantizarnos que estaremos trabajando otra vez dentro de cinco años», agregó.