Las acciones afirmativas, el camino a la igualdad


La acción afirmativa surge en los EE.UU., en la década de los sesentas, para lograr la plena igualdad de derechos civiles y polí­ticos para la población negra y femenina. Se distingue de una polí­tica de no discriminación, ya que esta última se conforma con prohibir la discriminación, es una actitud esencialmente pasiva. En cambio la acción afirmativa, pretende ser una forma de no discriminación activa, que insta a adoptar estrategias efectivas, incluso de preferencias a los grupos discriminados, para eliminar la discriminación de los mismos. Se basa en la idea de que temporalmente y hasta que se logre equilibrar la situación de discriminación, las mujeres deben contar con «apoyos» institucionales, o de otro tipo, para compensar los efectos de la discriminación de hecho de la que son ví­ctimas.

Ligia Ixmucané Blanco
masmujeresmejorpolitica@gmail.com

Este concepto de igualdad va más allá de la igualdad de oportunidades pues, en lugar de una igualdad de principios, afirma la necesidad de tomar medidas dinámicas y globales para llegar a la obtención de resultados; la igualdad de resultados debe completar la igualdad en los principios.

El fundamento de las cuotas de género y de la paridad se basa en el reconocimiento de las desigualdades históricas de las mujeres y en la necesidad de cerrar las brechas de género. El propósito de las cuotas de género va en el sentido de abonar a la construcción de un nuevo modelo de ciudadaní­a y, en un sentido amplio, del espacio público en el que se atiendan de manera eficaz los desafí­os actuales en torno a la ciudadaní­a de las mujeres en temas como la representación, la gobernabilidad, la delegación de poder y las formas de liderazgo (CEPAL, 2007).

En el ámbito polí­tico, las cuotas son consideradas mecanismos o estrategias que se utilizan frente a la existencia de situaciones de discriminación y que tratan a corto plazo de mejorar la participación y por consiguiente la representación de las mujeres en las organizaciones polí­ticas y en las instituciones del Estado. En la práctica, las cuotas constituyen un medio de aumentar rápidamente el número de mujeres en los casos donde, sin la cuota, estarí­an ausentes o en tan escaso número, que no estarí­an en condición de ejercer una influencia polí­tica.

Sin embargo, las cuotas deben ir acompañadas por otros mecanismos tendientes a mejorar el liderazgo polí­tico de las mujeres. La cuota, debidamente aplicada, garantiza un número de mujeres, lo cual es muy importante, pero no suficiente. Un aspecto importante del sistema de cuotas es su carácter transitorio y temporal. Las cuotas tienen validez y legitimidad mientras se den condiciones de discriminación o de exclusión, una vez alcanzado el objetivo de la igualdad las cuotas dejan de tener una razón de ser.

Las cuotas pueden establecerse a nivel nacional o en los partidos polí­ticos a través de modificaciones a la Ley Electoral o Código Electoral o a través de modificaciones a los estatutos de los partidos y sus reglamentos de elección.

Existen ciertas condiciones para la eficacia de las cuotas: la cultura polí­tica, es decir, la apertura para la participación polí­tica de las mujeres; el sistema electoral, que tiene relación con el tipo de circunscripción y tipo de lista, y por último, los contenidos de las normas que establecen las cuotas, que pueden ser muy laxos o por el contrario transgresores y efectivos. (Continuará) masmujeresmejorpolitica@gmail.com