Cuando decimos que no


La palabra no, significa negación y dentro de nuestro lenguaje se ha considerado proscrita, ya que quien dice no, es considerado rebelde y desafiante de normas. Lo paradójico del asunto es que en la niñez es un término utilizado con mucha frecuencia y elocuencia por los padres y madres al dirigirse a sus hijos.

Dra. Ana Cristina Morales Modenesi
crismodenesi@gmail.com

Decir que no, se torna difí­cil, ya que las personas no esperan esta respuesta. Por ejemplo decir no quiero, no lo voy a hacer, no me importa. Son respuestas directas, inesperadas e interpretadas con una mala intención y pueden ser vistas como irreverentes e incluso agresivas.

Con frecuencia decimos sí­ cuando deseamos decir no y esto conforma un conflicto en nuestro interior. Ya que preferimos ser condescendientes con los deseos y pretensiones de los demás y hacer caso omiso de lo que realmente queremos y sentimos como una necesidad propia. En ocasiones, esta situación propicia la impresión de que la gente ha de estar aprovechándose de nuestras personas.

En la vida cotidiana se establece un lenguaje sutil y circunstancial para poder decir que no. Pero a alguna gente le cuesta descifrar esta clase de acertijos, por lo que hacen lo que mejor les parece y, de pronto, le vienen las consecuencias.

No, no siempre es la respuesta, sin embargo, es importante aprender a darle un buen uso a este concepto, pero, un sí­ bien puesto también es una magní­fica contestación. Cuántos agravios y sinsabores nos evitarí­amos estando conscientes de lo que no queremos y de lo que realmente deseamos.

En la vida hemos de considerar que tenemos derecho a decir que no, pero, al mismo tiempo pensar en que en múltiples ocasiones hemos de ser receptores de esta respuesta y aprenderla a aceptar como una verdad y necesidad también propia de los demás. Ante todo, cuando sabemos que la decisión que tome cada persona lleva consigo la responsabilidad individual de asumir las consecuencias de la misma.

El no en ocasiones y en determinadas circunstancias también es interpretado como un sí­. Es inconcebible para algunas personas el pensar que realmente un no, es un no. Las mujeres que han sido sobrevivientes de violaciones, refieren que a su victimario le decí­an que No, pero, el agresor hizo caso omiso de esta palabra y la interpretó a su conveniencia como un sí­.

En las familias, la escuela, en los trabajos y en general en todos los territorios en donde prevalecen las manifestaciones de prepotencia, es delicado y hasta peligroso dar un no como respuesta.

Dentro de la conducta asertiva se reconoce que todas las personas tienen el derecho a decir que no. Y que esta respuesta puede estar siendo dada a demandas injustas y/o sobrecargantes para la persona a quien se le hace un determinado requerimiento. Por lo que en algunas oportunidades esta contestación se convierte en una cuestión de dignidad.

El concepto de asertividad ha sido descrito como la habilidad personal de expresar lo que queremos de manera educada, honesta, directa, abierta y adecuada. Estableciendo lo que deseamos sin pisotear los derechos de los demás. Para ella las conductas agresivas y pasivas son inapropiadas.

Así­ que, aprender a decir no y sí­ cuando realmente lo queremos y/o necesitamos es la conducta deseable. Aquí­ viene el dicho popular que reza: Más vale un momento colorado, que muchos descoloridos.