Sudáfrica empezó a hacer historia ayer al ganar las calles millares de fanáticos con sus trompetas en celebración del inminente Mundial de fútbol, aunque la fiesta se empañó con un asalto a mano armada que sufrieron periodistas portugueses y españoles.
Un concierto de «vuvuzelas» y cláxones de automóviles invadió las grandes ciudades sudafricanas, a dos días del comienzo de la Copa del Mundo por primera vez en el continente negro, en un ambiente fervoroso y festivo.
El presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, afirmó que su país «tenía necesidad de esta Copa del mundo, de una gran marca de confianza de la comunidad internacional», en Johannesburgo durante la gala de inauguración del 60º Congreso de la Federación Internacional de Fútbol (FIFA).
Pero un hecho de violencia atravesó el ambiente como una sombra al conocerse que dos periodistas portugueses y un español sufrieron un robo a mano armada en su hotel.
Dos agresores entraron en la noche del martes al miércoles en el hotel Nutbush Lodge, ubicado cerca de Magaliesburgo, a 120 km de Johannesburgo, donde se alojaron periodistas españoles y portugueses y que se encuentra cerca del lugar donde la selección lusa tiene su «cuartel general» para el Mundial.
El episodio se produjo mientras las autoridades difundieron que miles de hombres armados, helicópteros, equipos antiminas y cámaras de vigilancia tratarán de evitar que criminales, terroristas o simples «hooligans» puedan aguar la fiesta inaugural del Mundial.
En lo futbolístico, mejor panorama vivió Chile, que le ganó 2-0 a la débil Nueva Zelanda en su ensayo final en un amistoso en que el entrenador argentino de la «Roja», Marcelo Bielsa, probó variantes para reemplazar al lesionado goleador Humberto Suazo.
Sin embargo, Bielsa aseguró que «Suazo está en proyecto de puesta a punto (…) y debería estar disponible» para el partido con Honduras.
A su vez, el volante brasileño del Panathinaikos griego, Gilberto Silva, dijo que el pentacampeón Brasil no vino al Mundial de Sudáfrica-2010 a pasearse y sí dispuesto a ganar el título para demostrar su trabajo serio, pero no puede garantizar que cumplirá su objetivo.
«Nosotros vinimos a jugar, pero si habláramos de que vamos a ser campeones, es que tendría una bola de cristal. El trabajo fue bien hecho y espero que al final cerremos bien el ciclo», acotó.
De Brasil se ocupó también la FIFA, que dispuso pruebas antidopaje para ocho jugadores de la selección brasileña, de igual modo que lo habían hecho con jugadores de Argentina.
En tanto, el delantero Guillermo Franco y el defensa Carlos Salcido coincidieron en afirmar que México «quiere hacer historia» en el Mundial y apuntaron que en sus mentes está terminar en primer lugar del grupo A, en el que debutará contra Sudáfrica después de la inauguración.
Por otra parte, el hombre que casi seguramente ocupará la función de volante creativo y armador en Uruguay, cuando debute ante Francia el viernes, Ignacio González, dijo que el equipo está «mejor» y mucho «más maduro» que en las eliminatorias.
Con igual optimismo, la leyenda alemana de fútbol Franz Beckenbauer, doble campeón mundial, indicó que «Alemania no debe temerle a nadie».
También la mística reina entre los jugadores de Paraguay, que evocan como Salvador Cabañas fue uno de los hombres clave para la clasificación al torneo y se prometen jugar por él, de manera a honrar el milagro que lo tiene vivo tras recibir un balazo en la frente.
En Buenos Aires, sin dar tregua, sigue el culebrón de los «barrabravas» (hinchas violentos), que prometen pedir un amparo para volver a Sudáfrica después de ser expulsados, mientras que el DT argentino Diego Maradona prepara un equipo audaz con tres defensores frente a Nigeria el sábado.
En cuanto a los campeones defensores del título, los italianos, el internacional Mauro Camoranesi, nacido en Argentina hace 33 años, entrenó por primera vez desde su lesión de rodilla hace ocho días, en la primera práctica de la «Nazionale».