Duro año sacerdotal


El Papa Benedicto XVI sonrí­e tras la audiencia general de los miércoles. FOTO LA HORA: AFP Tiziana Fabi

El Papa Benedicto XVI cierra esta semana, ante 10 mil religiosos llegados de todo el mundo para aportarle su apoyo, un difí­cil año sacerdotal, marcado por escándalos de pedofilia que estallaron en el seno mismo de la Iglesia católica.


La presencia en el Vaticano de un número tan alto de sacerdotes provenientes de unos 90 paí­ses constituye la mayor concentración de curas de la historia reciente de la Iglesia y tiene como objetivo animarlos en un momento particularmente difí­cil.

El encuentro, que durará tres dí­as, se inició este miércoles bajo el lema «Fidelidad de Cristo, fidelidad del sacerdote».

La iniciativa se clausurará el viernes con una multitudinaria misa solemne en la Plaza de San Pedro presidida por Benedicto XVI y concelebrada por un elevado número cardenales, obispos y sacerdotes.

Los religiosos participarán el jueves en una inédita vigilia en la Plaza de San Pedro con Benedicto XVI, durante la cual alternarán cantos con lecturas de textos sagrados y podrán interrogar personalmente y libremente al Papa sobre diferentes asuntos.

«Invito a todos los fieles a orar por este evento que congrega en Roma a miles de sacerdotes de todo el mundo para honrar al Señor y renovar el propio compromiso», clamó este miércoles el Papa durante la audiencia general en la plaza de San Pedro a la que asistieron unas 10 mil personas, la mayorí­a religiosos.

Roma ha sido invadida por sacerdotes de todos los continentes, entre ellos numerosos latinoamericanos, algunos de los cuales realizan su primera visita a la Ciudad Eterna.

«Ha sido un año difí­cil, pero también de reflexión. Los escándalos, lo que se ha escondido por años, a muchos nos ha dejado sorprendidos, incrédulos. La tentación y la coherencia resultan pues más actuales que nunca», comentó a la AFP el religioso colombiano Oscar Pongutá, quien trabaja en el Vaticano.

«El mismo Papa ha sido atacado y ahora tenemos que apoyarlo, darle nuestra solidaridad y denunciar que con ello se denigra la imagen de toda la Iglesia», comentó el obispo brasileño Diamantino Carvalho, quien considera que el fenómeno de la pedofilia afecta no sólo a la Iglesia sino a toda la sociedad.

El delicado tema de la pedofilia suscita inquietud entre los religiosos, que con dificultad lo abordan.

Para el dominicano Mario de la Cruz Camposano, «hay que evitar reducir a la Iglesia a ese solo pecado» y considera que «hay quienes quieren destruirla, celosos de su autoridad».

Su compatriota Marcos Pérez, como la mayorí­a, pide que «se trabaje en los seminarios para verificar las vocaciones».

El pontí­fice alemán, que desde hace varios meses debe hacer frente a una serie de denuncias por el encubrimiento durante décadas en la Iglesia católica de los curas pedófilos en Europa, Estados Unidos y América Latina, ha condenado en varias ocasiones los abusos sexuales cometidos por sacerdotes contra menores y ha advertido que los culpables serán juzgados también por la justicia ordinaria.

«Invito a ofrecer al Papa Benedicto XVI su apoyo, su confianza y comunión incondicionada ante los frecuentes ataques que se dirigen contra su persona en el momento actual (…) debido a los clérigos que han incurrido en delitos sexuales contra menores», escribió el cardenal brasileño Claudio Hummes, prefecto de la Congregación para el Clero, en una carta dirigida a los 400.000 sacerdotes del mundo.

El mismo Papa reconoció en mayo pasado durante su viaje a Portugal que la mayor persecución que sufre la institución no viene de los enemigos de «afuera» sino de sus «propios pecados» e invitó el sábado pasado, durante su estadí­a de tres dí­as en Chipre, a los sacerdotes a ser «buenos y santos».

Durante su viaje a Malta de abril, el Papa se entrevistó con ocho ví­ctimas de pedofilia cometida por curas, con las que lloró y oró e inició una renovación gradual de la iglesia de Irlanda, la más afectada, con la sustitución de cuatro obispos.