Banderolas rojas y amarillas, repaso al césped del campo de entrenamiento, el autobús de la Roja preparado…, la pequeña ciudad universitaria de Potchefstroom, al suroeste de Johannesburgo, se alista para recibir el viernes a la selección española.
«Hola, ¿cómo está?», dice con vacilante castellano Morney, un trabajador del North West University Sport Village, donde se alojará la Roja durante su estancia en el Mundial, cargado con una ristra de banderolas rojigualdas para colgar a la entrada de este complejo deportivo universitario de alto rendimiento, donde este miércoles ya ondea una gran bandera española.
Los jugadores españoles llegan el próximo viernes a esta pequeña ciudad a orillas del río Mooi, a unos 125 km al sudoeste de Johannesburgo, de extensos barrios de casas bajas, muchas valladas, en algunas de las cuales cuelgan banderas españolas, en ocasiones junto a la sudafricana.
Los jugadores de la Roja, la última selección en arribar a Sudáfrica, se desplazarán hasta Potchefstroom en avión desde Johannesburgo, para lo que el aeropuerto de la ciudad ha tenido que alargar unos 400 metros su pista de aterrizaje, con el fin de poder dar servicio al avión de la Roja.
«Vienen en avión porque además luego tienen que ir a jugar a Durban» a 700 km de distancia, contra Suiza el próximo 16 de junio en su estreno mundialista, detalla Morney, junto al autocar de la Roja que espera pacientemente aparcado junto a la residencia universitaria donde se alojarán, la hora de ir a buscar a sus pasajeros.
«Ilusión es mi camino, victoria mi destino», tiene escrito en el lateral el vehículo pintado con los colores rojo y amarillo de la selección española preparado en esta Sorbona sudafricana, donde, entre otros, estudió Frederik de Klerk, el ex presidente sudafricano galardonado con el Premio Nobel de la Paz junto con Nelson Mandela en 1993.
«Espero que lleguen hasta la final. Creo que la final va a ser España-Brasil», afirma, por su parte, John, otro joven trabajador de la villa universitaria, que insiste con una sonrisa en la cara en que «me puedes llamar Juan».
«Además creo que se enfrentará en semifinales a Holanda», añadió «Juan», cargado con otra ristra de banderines españoles.
Muchos de los implicados en la atención a la selección española han tratado de aprender algunas palabras en español y los «buenos días», «adiós» y «hasta luego», suenan en este pequeño feudo afrikaner, fundado por granjeros blancos en el Siglo XIX.
Junto a los alojamientos de la selección española, un grupo de trabajadores se afanan en dar los últimos toques al campo donde tras su llegada entrenarán los Xavi Hernández, Iker Casillas o Fernando «El Niño» Torres.
Los operarios cortan el césped y repasan la cal de las bandas, mientras en un lateral, las primeras avanzadillas de las televisiones trabajan en colocar las cámaras y los sets desde donde seguirán los entrenamientos de una de las candidatas mejor situadas al título mundial.
«Es muy bonito. está muy bien para la ciudad» que España haya decidido convertirla en su campo base, dice Steven, un guarda de seguridad, que vigila la zona del campo de entrenamiento, donde a partir del viernes España confía en empezar su camino hacia la final del próximo 11 de julio en Johannesburgo.