Once personas murieron hoy en la explosión de una bomba al paso de un autobús de los Guardianes de la Revolución, el ejército ideológico del régimen iraní, en Zahedán (sureste), en el primer ataque de magnitud contra militares de la República islámica por extremistas.
«En este ciego atentado fallecieron 11 personas y hubo heridos», declaró un comandante militar local, Ghassem Rezai.
El artefacto, que se encontraba en el interior de un vehículo de marca Paykan, estalló al paso de un autobús que transportaba a empleados de la base Mir-Mohseni de las fuerzas terrestres de los Guardianes de la Revolución, según un testigo citado por la agencia Irna.
Varios asaltantes que circulaban en moto abrieron fuego con metralletas contra el autobús, que se vio obligado a frenar, antes de hacer estallar la bomba a distancia.
Según otra agencia, Isna, que cita a un comandante local, «uno de los asaltantes fue detenido con la ayuda de la población».
Es la primera vez que se perpetra un ataque de tal magnitud en plena ciudad contra militares iraníes por parte de un grupo extremista.
Conocida por ser un lugar de contrabando de estupefacientes, la provincia donde se encuentra Zahedán, Sistán-Baluchistán, en la frontera con Pakistán y Afganistán, ha sido escenario en estos últimos meses de numerosos ataques y raptos, atribuidos a los seguidores de Abdolmalek Righi, que dirige el grupo sunita extremista Yundalá (Soldados de Dios), próximo a los talibanes afganos.
La provincia cuenta con una importante minoría sunita en un país donde 90% de los 70 millones de habitantes son chiitas.
Los sunitas se concentran también en otras dos provincias vecinas, Khuzistán y Kurdistán.
Yundalá secuestró en diciembre de 2005 a nueve soldados cerca de la frontera con Pakistán, antes de liberar a ocho de ellos y matar al noveno.
En marzo de 2006, el grupo dio muerte a 22 personas que circulaban en un vehículo por una carretera cercana a Pakistán.
Dos meses después, el grupo Yundalá asesinó a 12 pasajeros de cuatro vehículos en la provincia de Kerman, también en el sureste.
El último atentado se había producido un día antes de las elecciones locales del 15 de diciembre en el país, con un coche bomba que dejó un muerto en Zahedán.
Las autoridades ejecutaron por su parte el pasado noviembre a seis miembros del grupo Yundalá en las ciudades de Zahedán e Iranshahr, en público, en el sureste iraní.
Las autoridades acusan con frecuencia a Gran Bretaña y Estados Unidos de apoyar a los rebeldes que pertenecen a minorías étnicas en las provincias fronterizas de Irán, tanto en Sistán-Baluchistán, como en Khuzistán y Kurdistán, ambas limítrofes con Irak, donde viven grupos árabes y kurdos, respectivamente.
Al menos siete personas fueron ejecutadas estos últimos meses en Ahvaz, en Khuzistán, por los atentados de enero de 2006 en los que murieron ocho personas y 45 resultaron heridas.
El ministro iraní de Informaciones, Gholamhossein Mohseni Ejeie, declaró el 8 de febrero que los servicios secretos habían identificado a un centenar de espías que pretendían entregar información militar y política a Estados Unidos e Israel.
Agregó que estas personas «operaban en las regiones fronterizas de Irán».