Los bares de townships listos


Un bartender sirve un vaso de cerveza Zulu, en uno de los bares de Durban. FOTO LA HORA: AFP

Los bares de los «townships», los «shebeens», se renovaron antes del Mundial-2010 para recibir dignamente a los fanáticos sudafricanos del fútbol y albergar esperanzas de atraer a los extranjeros más osados en ingresar a los barrios más pobres de las ciudades.


«Pensamos que menos de un millón de sudafricanos irá al estadio. Por lo que decidimos invertir en el mercado de shebeens», para el resto de la población sudafricana, explica a la AFP Benedict Maaga, responsable de la comunicación de las cadenas de bares del paí­s (SAB).

En Umlazi, un immenso township situado cerca de Durban (sudeste), el productor de cerveza más grande del paí­s invirtió 40 millones de rands (4 millones de euros) en unos cuarenta establecimientos.

Gracias a estos trabajos, SAB espera convencer a los extranjeros más curiosos de salir de los senderos construidos.

«El clima de la taberna es una experiencia extraordinaria para los visitantes que quieran descubrir nuestra hospitalidad y nuestra cocina», asegura Maaga.

Los clientes de Umlazi están listos para probarlo: «Â¡Son bienvenidos!», lanza uno de los dueños de un shebeen ante la mirada de hinchas extranjeros.

Bajo el régimen del Apartheid, estos locales ilegales donde se expenden bebidas serví­an como centros de reuniones polí­ticas de los trabajadores negros.

Desde la caí­da del régimen racista en 1994, funcionan con autorización y son centros de afluencia de los negros, en los que se reúnen los fines de semana hasta la madrugada.

El mercado se convirtió en algo lucrativo y por ello los fabricantes de alcohol reemplazaron las fuentes tradicionales en las que se fermentaba la cerveza artesanal en los patios traseros de las casas.

La clientela también evolucionó con los «Black diamonds» (diamantes negros), esos miembros de la nueva clase media negra que se mudaron a los viejos barrios blancos, aunque conservan como costumbre salir de noche por los townships, donde está su verdadera esencia.

En las terrazas del Metro Tavern en Umlazi, se chocan las copas y vasos en medio de sonrisas. «Ahí­ donde vivo, es sólo para dormir. Hay que hablar inglés pero mi lengua es el zulú. A ellos les gusta el rugby y a mí­ el fútbol», explica Zwile Mchize, que trabaja en el sector de las finanzas.

Cada viernes por la noche, huye de su barrio de adopción de los inmensos muros y de las calles desiertas. Vive allí­ únicamente por una cuestión de «estatus social», pero pasea los fines de semana en su camioneta 4X4 por las calles del township mas grande de Kwazulu Natal.

Allí­ la tasa de desempleo supera el 50% y el alcoholismo afecta a sus habitantes.

«El alcohol está matando a nuestro paí­s», se lamenta el dueño de una taberna, de unos 40 años, que pide el anonimato. Sin licencia, agrandó su sala por cuenta propia para albergar a los hinchas del fútbol durante el Mundial.

«No voy a mentirle, gano mucho dinero con este negocio», concede el propietario, que prevé ampliarlo con una sala de billar, un restaurante y una terraza a su establecimiento.

De todos modos, tampoco se hace muchas ilusiones sobre la presencia de turistas extranjeros en su bar: en 20 años, los blancos que entraron a su local se cuentan con los dedos de una sola mano.