Lealtad y filantropía es lo que siempre diferenció a la distinguida dama Ana Josefa Castro quien partió hacia el infinito el 13 de junio de 2009. Sus altos valores humanos hacen que hoy la recordemos para que las nuevas generaciones tomen su legado como un ejemplo. Sobresale dentro de su brillante carrera haber presidido durante muchos años la Liga Nacional Contra la Tuberculosis -Patronato Roberto Kí¶ch-, la cual con perseverancia y responsabilidad logró que se extendiera y se convirtiera en una verdadera institución que vela por la salud de la comunidad guatemalteca. El Comité de Damas de la entidad manifiesta que gracias al trabajo tesonero de Ana Josefa Castro el Patronato Roberto Kí¶ch aún continúa con el servicio social que caracteriza a esta institución. Con la sentencia «Pro arts et fogaris» (por los altares y los hogares), hizo realidad su sueño de amar y apoyar al prójimo aportando con fidelidad y exactitud sus conocimientos a la sociedad en general. En el año 2006 el Ministerio de Relaciones Exteriores le otorgó la «Orden Antonio José de Irisarri», en el grado de Gran Oficial «por su trayectoria de servicio al país, y por la historia de una vida dedicada a actividades altamente constructivas en beneficio de la patria.» A continuación transcribo para ustedes un segmento de lo que escribió en algún momento mi señor padre el insigne filósofo don León Aguilera, sobre tan destacada persona: «Ana Josefa Castro, mujer altruista, un haz dinámico, un conjunto de fuerzas centrífugas que luego se tornan centrípetas para extenderse en el bienestar de la colectividad. Mahatma -el alma grande- sería su inspiración o la tarea investigadora de Roberto Kí¶ch o la desolación en que se sumerge el hombre. Le preocupa la salud, porque sin ella es imposible desarrollar un trabajo. Su afán ha sido plenamente desinteresado y con desapego de sí misma ha trabajado como si de sus tareas fuese a obtener riquezas. Y si las ha logrado han sido las de gratitud del corazón de Guatemala, la de los ciudadanos que saben acendrar cuanto de profundamente humano y hasta angélico hay en su manera de actuar. Virtud en ella, es ser un imán irresistible, hacia donde convergen por su dinámica y por su simpatía las cooperaciones. Al influjo de esta calificada mujer se capacitó a personal para tecnificar los métodos de la Liga Nacional Contra la Tuberculosis e imprimirle los rumbos de progreso para mejorar los tratamientos que se aplican a los enfermos que visitan la institución. Ella resplandece, nada puede extinguir su labor. Impartidora de los dones del alma y de los dones urgentes para alivio o ayuda de madres, niños y necesitados. Mujer de acción con todos los títulos, altruista y universal, con su propia personalidad singular para entregarse al bien de los demás. El mañana continúa esperando y confiando en ella…» Recuerdo una vez que visitó a mis padres, y amablemente llevaba entre sus manos un obsequio para mí: era una pequeña balanza de bronce muy bien detallada. «Representa a la justicia» me dijo. A lo que yo agregué: «El anhelo universal de todos los seres humanos, representado en la mitología griega por la diosa Temis, madre de las horas e hija de Urano y Gea.» «Don León, su hijita parece un diccionario, mire que respuesta tan exacta me dio.» Se viene a mi mente esta anécdota porque aún conservo el regalo. Observo la balanza y pienso en la justicia inexorable que ella siempre defendió. Ahora se cumple el primer aniversario del viaje eterno de Ana Josefa Castro, y ella sigue en el corazón de todos aquellos que la conocieron.