La «jirga» de paz propuso hoy crear una comisión encargada de negociar con los talibanes para intentar poner fin a la guerra en Afganistán, al concluir esa asamblea que reunió durante tres días en Kabul a líderes tribales y representantes políticos y de la sociedad civil.
«Nosotros, los participantes en la jirga de paz, instamos a todas las partes implicadas en esta guerra a poner fin al baño de sangre», declaró Qiamuddin Kashaf, también jefe del Consejo de los Ulemas.
El vicepresidente de la «jirga» indicó que los 1.600 representantes de las tribus y de la sociedad civil reunidos piden al gobierno que elabore «un programa con amplia base», que represente a todas las tendencias en el país, para conducir los esfuerzos de paz con los talibanes.
Previamente, los participantes en esta asamblea transmitieron al presidente Hamid Karzai la lista de sus recomendaciones. Esta «jirga de paz» era considerada por algunos observadores como la «última oportunidad» para restaurar la paz.
La «jirga de paz», que sólo tiene un papel consultivo, fue convocada por el presidente Hamid Karzai en el marco de sus intentos para iniciar negociaciones con los talibanes.
Sin embargo, los insurgentes islamistas, cuyos comandos lanzaron el miércoles un ataque fallido al comenzar la jirga, boicotearon esta asamblea, calificándola de «instrumento de propaganda de las fuerzas de ocupación».
Los talibanes se niegan a dialogar antes de la retirada total de las tropas internacionales lideradas por Estados Unidos, que invadieron el país a fines de 2001 para derrocarlos.
En los últimos cuatro años, los islamistas multiplicaron sus ataques y atentados.
La diputada Shukria Barakzai, jefa de un grupo de trabajo, llamó a un alto el fuego entre las fuerzas internacionales y los insurgentes, agregando que la corrupción también era «una de las causas de la violencia».
Varios representantes ya habían pedido durante los debates que se crease «una comisión» encargada de las negociaciones de paz con los talibanes.
Qiamuddin Kashaf había asegurado que esta jirga era «la última oportunidad» de los afganos para encontrar una solución pacífica.
«Las fuerzas extranjeras no fueron capaces de disminuir el ritmo de la guerra, por el contrario, la guerra se ha intensificado en los nueve últimos años», sostuvo Kashaf.
Se trata de la tercera jirga después de la caída de los talibanes, a fines de 2001. Las anteriores estuvieron destinadas a dar un líder provisorio al país -Hamid Karzai, electo desde entonces en dos oportunidades en la presidencia del país- y a elaborar una Constitución.
«La responsabilidad del gobierno es lograr que los talibanes responsables de la opresión, que escaparon (…) y tomaron las armas, regresen a sus hogares», resumió Karzai en su discurso inaugural. «Hay miles de talibanes en esta situación (…), se trata simplemente de gente como nosotros», agregó.
La secretaria de Estado norteamericana Hillary Clinton declaró el jueves que Estados Unidos quiere estar «plenamente informado» de los esfuerzos del presidente afgano para reintegrar a los talibanes a la vida civil.
«Apoyamos los esfuerzos (de Karzai), pero queremos estar plenamente informados, queremos poder trabajar con él», indicó Clinton, recordando la posición norteamericana, prudentemente favorable a la reintegración de «los combatientes talibanes» que se aparten de la red Al Qaida y de la violencia.