Estadios podrí­an convertirse en lastre financiero


El Mundial de Sudáfrica trajo a Port Elizabeth un estadio completamente nuevo, pero la elegante estructura en forma de pétalos que domina la bahí­a que da al Océano índico podrí­a convertirse en un lastre financiero cuando termine el torneo.


Las nueve ciudades donde se disputarán partidos tienen «enormes problemas financieros», aseguró recientemente ante el parlamento Mike Sutcliffe, responsable de la municipalidad de Durban (este), el principal puerto del paí­s.

«Si ya tengo problemas en una gran ciudad, no quiero ni pensar los que tienen mis colegas» de las pequeñas aglomeraciones como Polokwane (norte) y Nelspruit (este), añadió

Los diez estadios del Mundial-2010, que empieza el 11 de junio, «fueron renovados o construidos por los poderes públicos, lo que significa que la rentabilidad es algo secundario», dice Stan du Plessis, de la Universidad de Stellenbosch (suroeste).

«Algunos de estos estadios no podrán cubrir los gastos de mantenimiento y tendrán que funcionar con pérdidas», augura el experto.

Sudáfrica invirtió 20 millones de rands (2.600 millones de euros) en estos recintos capaces de acoger entre 40.000 y 90.000 espectadores.

Todos los eventos a gran escala suelen dejar detrás de sí­ una serie de estructuras que a veces terminan semiabandonadas. El coste de estos «elefantes blancos» contribuyó al endeudamiento del gobierno griego, que acogió en 2004 los Juegos Olí­mpicos.

En Londres, que organiza los Juegos de 2012, ya empiezan a llover las crí­ticas en el mismo sentido.

En Sudáfrica, la construcción del Nelson Mandela Bay de Port Elizabeth costó 2.100 millones de rands (223 millones de euros) y el «monstruo» absorbe cada año 18 millones (1,9 millones de euros), sólo en mantenimiento.

«No podemos recuperar el dinero que hemos invertido, aunque la idea es que no cueste nada a la ciudad», reconoce Stephan Pretorius, presidente de la empresa que gestiona el estadio.

Para conseguir el equilibrio financiero harí­a falta atraer cada año a un gran equipo de rugby o de fútbol y organizar conciertos u otros grandes eventos.

Algo imposible en Polokwane, por ejemplo, que ya está buscando la ayuda de del gobierno para llenar las arcas. Las autoridades de la ciudad no consiguen cubrir los 17 millones rands (1,8 millones de euros) de gastos anuales.

En el lado positivo, es cierto que las obras de construcción para el Mundial han contribuido a reducir el impacto de la crisis económica planetaria en Sudáfrica y que el evento creará, según los cálculos, medio punto más de crecimiento al paí­s en 2010.

Los estadios renovados de Bloemfontein (centro), Pretoria y Ellis Park en Johannesburgo ofrecen además prestaciones de primera clase para los grandes equipo de rugby y fútbol.

En cuanto al gigantesco Soccer City, el estadio faraónico de 90.000 plazas construido entre Soweto y Johannesburgo, tendrí­a que beneficiarse en principio de lo atractivo de la capital económica.

Pero en un paí­s en que el 43% de la población vive con menos de dos dólares al dí­a, algunos analistas critican a la Federación Internacional de Fútbol (FIFA), que, según ellos, incita a gastar desmesuradamente.

«La FIFA exige estadios de 80.000 plazas pero ¿para qué?», se pregunta Andrew Jennings, autor de un libro muy crí­tico sobre la FIFA.

«Es un acontecimiento para la televisión, 40.000 hinchas habrí­an hecho el mismo ruido. ¿Quién pagará todo esto? Los contribuyentes sudafricanos», asegura.