Bechir asume mandato


El presidente sudanés Omar El Bechir, elegido en abril y objeto de una orden de captura de la Corte Penal Internacional por crí­menes contra la humanidad en Darfur, inicia el jueves un mandato crucial en este paí­s azotado por una sangrienta guerra civil desde 2003.


Escasos son los jefes de Estado anunciados para la investidura y las organizaciones de defensa de los derechos humanos manifestaron su indignación por la presencia de representantes de la ONU y de la Unión Africana.

Para el presidente sudanés, los desafí­os que enfrenta están en relación con lo complejo de la situación étnica, cultural y polí­tica de Sudán, donde la imposible paz en Darfur y las aspiraciones del sur a la independencia, no son más que manifestaciones aparentes.

En enero de 2011, los sudistas deben pronunciarse por referendo sobre la autonomí­a de su región, según el acuerdo de paz de 2005 que puso término a una de las más largas y mortí­feras guerras del Africa, entre el Norte y el Sur de Sudán.

Aún cuando después de su elección Bechir dijo que respetarí­a la decisión de los sudistas, los dirigentes de su partido, el Congreso nacional, dicen querer mantener la unidad del paí­s.

La Asamblea, cuya primera misión será llamar justamente la unidad, según su presidente Ahmed Ibrahim Tahar, también deberá resolver el conflicto del Darfur.

Pero para la oposición que denunció la detención después de las elecciones de uno de sus miembros, el islamista Hassan al-Turabi, los sudistas no tienen más opción que separarse.

«Los nordistas no van a renunciar al petróleo pero los sudistas no resistirán a querer gobernarse solos», estimó Abdel Moneim Suleimán, activista de la oposición, recordando que los mayores yacimientos petrolí­feros se encuentran en el sur.

«La separación es totalmente plausible», destacó Ahmed Bechir, analista especializado en relaciones internacionales, que hizo notar que el futuro del paí­s dependerá de la manera como el poder administrará las presiones internas y externas.

«Al interior, están las reivindicaciones de los grupos marginalizados (las poblaciones del sur y de Darfur) y al exterior, toda la presión de la comunidad internacional que está atenta a Sudán», dijo.

Según Suleiman, si el acuerdo de paz entre ex rebeldes sudistas y Jartúm dirige la evolución de las relaciones futuras entre el Norte y el Sur, no ocurre lo mismo con Darfur, donde la paz está por conseguirse.

Las negociaciones entre Jartúm y el más militarizado de los grupos rebeldes de Darfur, el Movimiento por la igualdad y la justicia (JEM) parecen totalmente bloqueadas a pesar de la firma de un acuerdo marco en febrero en Qatar.

Desde 2003, los combates en esta región han dejado 300.000 muertos según estimaciones de la ONU, 100.000 según Jartúm, y 2,7 millones de desplazados.