Proponen que bancos paguen tasa para sufragar crisis


Michel Barnier, jefe de los servicios financieros de la Unión Europea, explica la propuesta sobre los pagos bancarios para respaldar futuras crisis. FOTO LA HORA: AFP JOHN THYS

La Comisión Europea propuso el miércoles imponer una tasa a los bancos destinada a sufragar el costo de futuras crisis financieras y evitar hacer pasar por caja al contribuyente, una medida que Europa planteará al resto de potencias mundiales en la cumbre del G20 de junio.


«Es inaceptable que el contribuyente siga cargando con el alto coste que suponen los rescates al sector bancario», dijo el comisario de Mercado Interno, Michel Barnier, al presentar la propuesta fundada en el principio de que «los bancos paguen por los bancos».

El objetivo es crear una red de 27 fondos nacionales en la Unión Europea (UE) con una reglamentación común y alimentados por una tasa que abonarí­an estas entidades.

Los recursos serí­an utilizados para evitar que la quiebra de una entidad suponga un riesgo de contagio y ponga en peligro la estabilidad del sistema financiero, explicó el comisario.

Barnier quiso dejar claro que no se trata de facilitar «rescates» sino, por ejemplo, de ayudar a los bancos a deshacerse de activos tóxicos o a proceder a «bancarrotas ordenadas» a través de ayuda legal y administrativa.

En ningún caso, estos fondos «protegerán a los bancos de la quiebra ni servirán de garantí­a», según la Comisión Europea, para quien son los «accionistas y acreedores no asegurados los primeros que deben asumir las consecuencias de una bancarrota».

Con este proyecto se pretende evitar que se repitan los masivos rescates públicos que los gobiernos debieron aprobar durante la última crisis financiera mundial de 2008-2009 para atajar el riesgo de colapso del sistema bancario.

Barnier, que recordó que los Estados europeos invirtieron alrededor del 13% del PIB comunitario en planes de rescate y garantí­as bancarias, aseguró que sin una iniciativa de este calado «nadie estará a salvo de una nueva crisis».

La quiebra del gigante estadounidense Lehman Brothers, que precipitó al mundo en la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial, muestra que «una bancarrota no controlada puede tener efectos secundarios desastrosos», afirmó.

La propuesta del ejecutivo comunitario será estudiada a mediados de junio por los jefes de Estado y de gobierno de la UE y trasladada posteriormente a los lí­deres del G20 de potencias industrializadas y emergentes que se reunirán en cumbre en Toronto los 26 y 27 de junio.

«Europa debe seguir mostrando el camino y demostrar que desempeña su papel en la creación de una gobernanza mundial y de nuevas reglas» para el sistema financiero, sostuvo el comisario.

No se trata de «dar lecciones, pero el G20 es el lugar adecuado para intercambiar las buenas prácticas y lograr los mismos objetivos de prevención» de nuevas crisis, agregó.

No obstante, Bruselas, que presentará un paquete de propuestas legislativas a principios de 2011, dejó «de momento» en el aire de qué manera se forzará a los bancos a pagar una tasa y qué monto será necesario para constituir fondos suficientemente sólidos.

Sobre su funcionamiento concreto, Barnier sólo apuntó que no excluye la posibilidad de que un banco de un paí­s europeo acceda a los recursos de otro Estado miembro, recordando que «la mitad de las entidades europeas pertenecen a grupos» de otras naciones del continente.

La iniciativa comunitaria persigue armonizar las diversas decisiones que empezaron a tomarse a nivel nacional: Suecia ya introdujo en 2009 una tasa bancaria y Alemania estudia crear un fondo financiado por estas entidades con 1.000 millones de euros anuales.

ESTADOS UNIDOS Insuficiente


La reforma financiera estadounidense a consideración del Congreso, criticada por los bancos -que temen limite sus beneficios- deberí­a ir más lejos, según economistas, para resolver el problema del mercado de derivados y el de la talla desmesurada de los grandes bancos.

Lejos de haber disminuido, el tamaño de los principales bancos estadounidenses no cesa de aumentar desde la crisis y amenazarí­a más que nunca la estabilidad del sistema financiero si una de esas instituciones declarara quiebra.

En el punto más álgido de la tormenta financiera, JP Morgan Chase compró a Bear Stearns y luego las actividades bancarias de Washington Mutual. Bank of America adquirió al de inversiones Merrill Lynch, convirtiéndose en el mayor banco estadounidense.

El proyecto de reforma prevé solicitar a los bnacos un plan de desmantelamiento en caso de encontrarse en dificultades, para evitar que los poderes públicos tengan que rescatarlos nuevamente con dinero de los contribuyentes. Pero eso «parece difí­cil de poner en práctica si no se reduce el tamaño y la complejidad de los bancos», consideró Michel Aglietta, profesor de la universidad de Parí­s X.

Una opinión compartida por Peter Morici, profesor de la universidad de Maryland: «Citigroup era demasiado grande antes de la crisis, Citigroup sigue siendo demasiado grande», consideró, pese a que el ex número uno mundial del sector bancario redujo sensiblemente su balance.

Según el catedrático estadounidense, el argumento de que los bancos perderán competitividad a nivel mundial si reducen su tamaño, no se sostiene: «en el sector automotor, las empresas más rentables son Honda y Ford aunque no son las mayores» en el ramo, destacó.

La mayorí­a de los economistas subraya también que la reglamentación en preparación podrí­a no ser suficiente en lo que concierne a la regulación del enorme mercado de productos derivados, contratos poco transparentes realizados privadamente entre los bancos y sus clientes.

Un oligopolio dominado por algunos bancos que obtienen de él una parte sustancial de sus beneficios, es liderado por Goldman Sachs, Morgan Stanley, Deutsche Bank, Credit Suisse, Citigroup y JP Morgan.

«La economí­a mundial alcanza 60 billones (millones de millones) de dólares. El mercado de derivados llega a 600 billones de dólares. No existe suficiente dinero en el planeta para garantizarlo», advierte Peter Morici.

Además, si bien la reglamentación prevé estandarizar una parte de esos contratos de derivados para permitir que sean negociados de forma transparente en una bolsa, otra parte de los mismos continuará negociándose privadamente y escapará a todo control, ya que los bancos afirman que sus clientes necesitan «atención personalizada».

«Los mercados organizados son mucho más eficientes, por su centralización menos costosa, que las operaciones privadas. Los bancos tratarán de que se realice la menor cantidad posible de contratos en un mercado organizado», advirtió Michel Aglietta.

La Senadora demócrata de Arkansas Blanche Lincoln logró hacer incluir en el proyecto de ley una enmienda que exige a los bancos que gozan de la garantí­a federal -de hecho casi todos después de la crisis- desarrollen sus actividades relacionadas con derivados en una filial separada.

Según Michel Aglietta, esa enmienda equivale a decir: sabemos que su trabajo consiste en particular en financiar productos derivados. Hágalo, pero en filiales capitalizadas al 100% y no con dinero obtenido a bajas tasas garantizado por la Reserva Federal».

Pero los grandes bancos se oponen radicalmente a tal medida, al igual que los congresistas republicanos. Tampoco el secretario del Tesoro Tim Geithner ni el presidente de la Fed Ben Bernanke apoyan la enmienda, por lo que hay pocas posibilidades de que sea incluida en el texto final.

No obstante, la agencia calificadora S&P trató este viernes de tranquilizar al sector, señalando que «en vista de los numerosos detalles todaví­a pendientes, no prevemos que su impacto -en caso de haberlo- sobre las notas de esas instituciones financieras, especí­ficamente Bank of America, Citigroup Inc, Goldman Sachs y Morgan Stanley, sea claro antes de que se disponga de más información sobre su puesta en práctica».