Corea del Sur quiere imponer sanciones contra el Norte


Activistas sudcoreanos se muestran en contra del gobierno de Corea del Norte de Kim Jong Il. FOTO LA HORA: AFP JUNG YEON-JE

Corea del Sur reiteró el miércoles su voluntad de sancionar a Corea del Norte, acusado de hundir a uno de sus naví­os de guerra en marzo pasado, después de haber recibido el apoyo de Estados Unidos, expresado en Seúl por la secretaria de Estado Hillary Clinton.


Clinton garantizó el «firme compromiso» de Estados Unidos en la seguridad de Corea del Sur, uno de sus principales aliados en la región, y llamó a Corea del Norte a que cese sus «provocaciones y su polí­tica de amenazas».

Clinton dijo, además, que la comunidad internacional debí­a «replicar» por el hundimiento de la corbeta surcoreana «Cheonan» el 26 de marzo pasado, cuya responsabilidad fue atribuida a Corea del Norte por una comisión investigadora internacional.

«Llamamos a Corea del Norte a que cese sus provocaciones y su polí­tica de amenazas y de conflicto con sus vecinos», dijo Clinton en una conferencia de prensa consecutiva a una reunión con el presidente surcoreano Lee Myung-bak.

El hundimiento de la corbeta llama a «una respuesta firme pero mesurada», agregó, saludando el «discurso enérgico» de Lee el lunes, en el que anunció represalias contra Corea del Norte.

Las medidas anunciadas por Seúl el lunes incluyen el cese de todos los intercambios comerciales y el cierre de todos los corredores marí­timos surcoreanos por los que navegan los naví­os mercantes de Corea del Norte.

Por otra parte, Corea del Sur inició una ofensiva diplomática internacional para conseguir sanciones contra su vecino en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Corea del Norte, que niega enfáticamente su responsabilidad en el hundimiento del «Cheonan», anunció el martes que rompí­a relaciones con Corea del Sur y amenazó con una «guerra total» si se le imponí­an nuevas sanciones.

El miércoles, Corea del Norte dio un nuevo paso en la escalada de la tensión al amenazar con bloquear el acceso a un complejo industrial interfronterizo, según la agencia oficial norcoreana KCNA.

Esta nueva crisis entre los dos paí­ses, separados desde el fin de la guerra de Corea (1950-53), se inició la semana pasada, cuando una comisión internacional de investigación atribuyó el hundimiento de la corbeta «Cheonan» a un torpedo disparado por un submarino norcoreano.

Clinton, que llegó a Seúl el miércoles proveniente de China, donde trató de obtener más firmeza de Pekí­n frente a su aliado norcoreano, indicó que Estados Unidos estudiaba otras opciones para establecer la responsabilidad de Corea del Norte y sus dirigentes», sin dar precisiones.

China se limitó a concesiones formales, declarándose «dispuesta a trabajar con Estados Unidos y otras partes» para calmar las tensiones.

Hillary Clinton, que el miércoles en la noche debe volver a Estados Unidos, también reiteró el «firme compromiso» de Estados Unidos con la seguridad de su aliado surcoreano.

«Estamos junto a ustedes en este momento difí­cil y lo estaremos siempre», prometió.

El ministro surcoreano de Relaciones Exteriores, Yu Myung-Hwan, estimó el miércoles que los hechos establecidos por la investigación y que serán sometidos al Consejo de Seguridad de la ONU, deberí­a convencer a China.

Por otra parte, y en razón de la aguda tensión, el ministerio surcoreano de Transportes dio instrucciones a las compañí­as surcoreanas para que eviten el espacio aéreo norcoreano.

Las instrucciones se refieren a unos veinte vuelos cotidianos hacia Estados Unidos y Rusia.

CHINA Difí­cil dilema


La aguda crisis en la pení­nsula coreana pone a China frente a un dilema, acceder a la demanda de sanciones de Seúl o mantener su tradicional apoyo a Pyongyang, por lo que la «colaboración» que le prometió a Estados Unidos será bastante limitada, estimaron los analistas.

En Pekí­n, la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, intentó que China, con derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, se sume a los paí­ses que quieren sancionar a Corea del Norte por el hundimiento de un naví­o de guerra surcoreano en marzo pasado.

Clinton logró que Pekí­n declarase «estar dispuesto a trabajar con Estados Unidos y otras partes y mantenerse en contacto estrecho sobre la situación en la pení­nsula coreana», pero no consiguió que condenase a Corea del Norte.

Con esa fórmula, China dio una imagen de «potencia responsable», como le piden sus interlocutores, sin adoptar compromisos concretos.

China optó por ganar tiempo, diciendo la semana pasada que estaba haciendo su propia «evaluación» del hundimiento de la corbeta «Cheonan», para no cambiar su posición tradicional que consiste «en no optar entre las dos Coreas», declaró a la AFP Michael Green, del Center for Strategic and International Studies de Washington.

Scott Bruce, del instituto Nautilus la Universidad de San Francisco, estimó también que una posición más dura de Pekí­n frente a Pyongyan serí­a peligrosa.

«China duda mucho en utilizar su influencia de manera coercitiva pues podrí­a provocar el desplome del estado norcoreano, lo que serí­a aún más desestabilizador para los intereses chinos», dijo.

China es el primer interlocutor comercial y principal suministrador de ayuda a Corea del Norte, uno de los paí­ses más pobres y aislados del planeta.

El gobierno chino es además el único que mantiene diálogo con el lí­der de Corea del Norte Kim Jong-Il, que hace unas semanas estuvo en China, y que está en los secretos de su sucesión.

Pekí­n teme que un derrumbe de su vecino norcoreano provoque una afluencia de refugiados y el enví­o de tropas estadounidenses no lejos de sus fronteras.

«China tratará de evitar que Corea del Norte se venga abajo y al mismo tiempo buscará con Estados Unidos y Corea del Sur una respuesta limitada», adelantó Scott Bruce.

«Si a Corea del Sur y a Estados Unidos no les gusta la posición china, tendrán que adaptarse», agregó, tanto más cuanto que Washington necesita la ayuda de Pekí­n en el delicado tema nuclear iraní­.

«China enfrenta un dilema» destacó Cheng Xiaohe, profesor de la Universidad del Pueblo, pues teme «medidas más radicales que harí­an incontrolable la situación en la pení­nsula coreana».

Por eso, a dos dí­as de la visita del primer ministro Wen Jiabao a Seúl, «China no manifestó su apoyo a Corea del Sur y seguirá neutral, redoblando los esfuerzos de mediación», predijo Cheng Xiaohe.

Probablemente, Pekí­n enví­a bajo cuerda «mensajes no necesariamente agradables» a Pyongyang «que le hace cada vez más complicada la tarea en el ámbito internacional», estimó un experto militar occidental.

Pero, como lo recuerda Xu Tiebing, de la Universidad de Comunicación de China, «Corea del Norte no es un paí­s fácil y más bien un vecino problemático».

De todas maneras, el ataque de la corbeta surcoreana no es para facilitarle las cosas a China, pues «puede generar una dinámica en la que Corea del Sur, Japón y Estados Unidos profundicen su cooperación en materia de seguridad», estimó Michel Green.