Mexicanos al grito de guerra


Durante el presente mes, el presidente constitucional de la República de Estados Unidos Mexicanos, Felipe Calderón fue recibido en Washington, en visita oficial.

Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

El mandatario de México, con categorí­a y habilidad, aprovechó al máximo la agenda. En la reunión bilateral en la Casa Blanca con el presidente Barack Obama, abordó el tema del narcotráfico, señalando que el principal estí­mulo a éste es el consumo en constante aumento de los ciudadanos y habitantes de los Estados Unidos de Norteamérica.

 

Abordó el aumento del crimen y de violencia que ese «ilegal» consumo y tráfico produce en la República mexicana, señalando que la mayorí­a de armas que utilizan los miembros de los carteles provienen de Estados Unidos.

 

Agregó que para combatir el narcotráfico y la violencia que el mismo genera, debe de aumentarse la inversión en recursos y ello implica que Estados Unidos mantenga y mejor aún aumente sus aportaciones.

 

Planteó la situación de los millones de inmigrantes, su rechazo y repudio a las iniciativas discriminatorias como la que recientemente se adoptara en el Estado de Arizona y la necesidad de una reforma migratoria que permita que hombres y mujeres que se encuentran en Estados Unidos, en situación irregular, se les legalice y se establezca un procedimiento legal para la inmigración temporal y definitiva.

 

Tanto en la cena de gala como en las visitas que hicieran a establecimientos docentes las primeras damas de México y Estados Unidos, se evidenció la congruencia de lo que habí­a dicho el presidente de México en la reunión bilateral en la Casa Blanca.

 

De gran significado fue el hecho que al presidente mexicano le recibiera en sesión conjunta el Senado y el Congreso de los Estados Unidos. En el discurso que pronunció y que transmitiera la mayorí­a de medios televisivos y radiales, el presidente Felipe Calderón dejó claramente establecido que México deberí­a ser respetado y visto como un socio en el progreso económico y social, no como un subordinado. Volvió a reiterar la situación del narcotráfico, del consumo de drogas, de la violencia y del tráfico de armas.

 

Sin embalajes hizo notar la importancia de la aportación de los migrantes al desarrollo de la economí­a de los Estados Unidos, su repudio a las leyes discriminatorias o de persecución y violación a los derechos humanos, como la de Arizona. Reiteró la necesidad de que se establezca una nueva ley de inmigración y una polí­tica clara, de mutuo respeto y de reconocimiento al aporte de los latinoamericanos y en particular de los migrantes.

 

Los logros de esta visita serán de corto, medio y largo plazo, no puede predecirse con exactitud cuáles serán, lo que no puede negarse y debe señalarse y reconocerse es que ante el mundo, ante Latinoamérica y ante todo México, Felipe Calderón demostró dignidad, capacidad y valentí­a al plantear las cosas de forma directa, como son. Que orgullosos se sentirán los mexicanos y que tristes nos sentimos los latinoamericanos que no vemos actitudes de esa valentí­a y trascendencia en nuestros presidentes.

 

Esperemos que pronto se haga una reunión de presidentes y cancilleres para crear un planteamiento generalizado a favor de los migrantes y las familias que quedaron en sus pueblos, y paí­ses.