Durante el presente mes, el presidente constitucional de la República de Estados Unidos Mexicanos, Felipe Calderón fue recibido en Washington, en visita oficial.
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El mandatario de México, con categoría y habilidad, aprovechó al máximo la agenda. En la reunión bilateral en la Casa Blanca con el presidente Barack Obama, abordó el tema del narcotráfico, señalando que el principal estímulo a éste es el consumo en constante aumento de los ciudadanos y habitantes de los Estados Unidos de Norteamérica.
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Abordó el aumento del crimen y de violencia que ese «ilegal» consumo y tráfico produce en la República mexicana, señalando que la mayoría de armas que utilizan los miembros de los carteles provienen de Estados Unidos.
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Agregó que para combatir el narcotráfico y la violencia que el mismo genera, debe de aumentarse la inversión en recursos y ello implica que Estados Unidos mantenga y mejor aún aumente sus aportaciones.
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Planteó la situación de los millones de inmigrantes, su rechazo y repudio a las iniciativas discriminatorias como la que recientemente se adoptara en el Estado de Arizona y la necesidad de una reforma migratoria que permita que hombres y mujeres que se encuentran en Estados Unidos, en situación irregular, se les legalice y se establezca un procedimiento legal para la inmigración temporal y definitiva.
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Tanto en la cena de gala como en las visitas que hicieran a establecimientos docentes las primeras damas de México y Estados Unidos, se evidenció la congruencia de lo que había dicho el presidente de México en la reunión bilateral en la Casa Blanca.
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De gran significado fue el hecho que al presidente mexicano le recibiera en sesión conjunta el Senado y el Congreso de los Estados Unidos. En el discurso que pronunció y que transmitiera la mayoría de medios televisivos y radiales, el presidente Felipe Calderón dejó claramente establecido que México debería ser respetado y visto como un socio en el progreso económico y social, no como un subordinado. Volvió a reiterar la situación del narcotráfico, del consumo de drogas, de la violencia y del tráfico de armas.
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Sin embalajes hizo notar la importancia de la aportación de los migrantes al desarrollo de la economía de los Estados Unidos, su repudio a las leyes discriminatorias o de persecución y violación a los derechos humanos, como la de Arizona. Reiteró la necesidad de que se establezca una nueva ley de inmigración y una política clara, de mutuo respeto y de reconocimiento al aporte de los latinoamericanos y en particular de los migrantes.
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Los logros de esta visita serán de corto, medio y largo plazo, no puede predecirse con exactitud cuáles serán, lo que no puede negarse y debe señalarse y reconocerse es que ante el mundo, ante Latinoamérica y ante todo México, Felipe Calderón demostró dignidad, capacidad y valentía al plantear las cosas de forma directa, como son. Que orgullosos se sentirán los mexicanos y que tristes nos sentimos los latinoamericanos que no vemos actitudes de esa valentía y trascendencia en nuestros presidentes.
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Esperemos que pronto se haga una reunión de presidentes y cancilleres para crear un planteamiento generalizado a favor de los migrantes y las familias que quedaron en sus pueblos, y países.