Una vida, el costo de ingreso a un grupo criminal


El 15 de abril, la sociedad guatemalteca se consternó por el asesinato perpetrado por el menor de edad. ARCHIVO.

A sangre frí­a, sin remordimientos ni emociones. Así­ debe ser el asesinato que permitirá a un niño o joven ingresar y permanecer en una pandilla juvenil o una banda criminal. De esa manera, inocentes pagan con su vida lo que para pequeños asesinos a sueldo es solo un rito de iniciación.

Mariela Castañon
mcastanon@lahora.com.gt

Era un jueves como cualquier otro. Un joven adolescente, a sus 13 años, de gorra y tenis, camina por las calles de la zona 5 para encontrarse esa mañana con una mujer y dos niñas. í‰l caminaba despacio, observando las calles. ¿Pensaba acaso en jugar futbol más tarde con sus amigos? No. Ellas platicaban y caminaban juntas a paso apresurado.

Llegó el momento de encontrarse y él, con su cuerpo de joven aceleró su andar para darles alcance. Se bajó la gorra y estiró la mano. ¿Sacarí­a un celular? No. Sacó un arma para disparar a la mujer. La señora cayó inerte mientras el eco del primer disparo causó la carrera de todos los presentes. Un niño acaba de asesinar a una mujer. Cambió la pistola por la pelota de futbol y recibió 100 quetzales a cambio. Lo mismo que sirve para comprar dos o tres cosas en la tienda del barrio.

El 15 de abril, la sociedad guatemalteca se consternó por el asesinato perpetrado por el menor de edad, quien después dijo a la Policí­a -sin ningún remordimiento- haber recibido Q100 para asesinar a esta persona; posteriormente trascendió que el joven victimario serí­a investigado no sólo por este hecho, sino por cinco asesinatos más.

Investigadores de la División Especializada en Investigación Criminal (Deic), indican que este es uno de los casos más conocidos, sin embargo, los registros policiales dan cuenta de que niños desde los diez años son utilizados por grupos criminales para perpetrar hechos violentos.

Las fuerzas policiales ven con preocupación la cantidad de niños y jóvenes que se involucran con las pandillas o el crimen organizado, puesto que el problema se agudiza y la situación representa un serio problema para la seguridad nacional.

Aunque algunos de los crí­menes se cometen a sueldo, otros se cometen únicamente por el anhelo de pertenecer y ser respetado dentro de un cí­rculo criminal

RECLUTADORES

Aunque se cree que únicamente las pandillas son las reclutadoras de niños y jóvenes, el crimen organizado también se aprovecha de la vulnerabilidad de algunos, y los seduce con los bienes materiales o bien los obliga para llevar a cabo acciones fuera de la Ley.

Los criminales buscan a los niños y jóvenes en las afueras de sus escuelas, en sus colonias o en su propia casa.

Para atraer a los menores de edad, se presentan en vehí­culos lujosos y con ropa que llama la atención, les muestran armas de grueso calibre y les ofrecen narcóticos, que van desde una bolsa de thiner hasta kilos de cocaí­na.

Si el joven o niño se convierte en adicto a las drogas, es mucho más fácil de manipularlo, pues está dispuesto a cometer cualquier ilegalidad para mantener su adicción.

El oficial Néstor Diéguez, de la División de Prevención del Delito de la Policí­a Nacional Civil (PNC), quien lleva varios años trabajando en el tema de prevención, afirma que este módulo realiza actividades que ayuden a niños y jóvenes en riesgo, sin embargo, en los lugares considerados como «rojos» es más complicado implementarlos, por la intervención de adultos que desean involucrar a estos sectores de la sociedad en actos ilegales.

Esto lo confirman niños y jóvenes en riesgo, varios de ellos, quienes desean no involucrarse con estos grupos, lo han declarado públicamente a organizaciones o personas que buscan aislarlos de esos grupos.

Según Abel Aldana, representante del Grupo Esfuerzo y Superación de El Amparo (Gesa), es más grande la posibilidad de que la niñez y juventud reciba armas de fuego y drogas, que una oportunidad de estudio o de trabajo.

Uno de los factores más preocupantes es la ausencia del padre o la madre en el hogar, pues la situación los obliga a buscar a un adulto que les ofrezca lo que ellos necesitan fuera de casa.

PROPUESTAS

De acuerdo con Carmen Rosa de León, del Instituto de Enseñanza para el Desarrollo Sostenible (Iepades) una de las propuestas para contrarrestar el problema, debe basarse en aplicar penas a los adultos que involucran a la niñez y juventud en actos ilí­citos, porque con esta situación únicamente se fortalecer la impunidad y se evade la responsabilidad de mayores de edad.

Felipe Garcí­a, del Movimiento Social por los Derechos de la Niñez, Adolescencia y Juventud en Guatemala, cree que deben crearse programas integrales de prevención del delito que realmente ayuden a los sectores vulnerables.

Garcí­a ve con preocupación que centenares de niños y jóvenes se encuentran a merced de delincuentes y criminales que se aprovechan de la vulnerabilidad en la que se encuentran, aunado a que no existe verificación por parte de las autoridades y de las fuerzas de seguridad para evitar esos hechos.